Para combatir a un partido en el Gobierno con todo lo que eso implica, y a un presidente que busca la reelección exhibiendo altos niveles de aprobación, la oposición política ha buscado temas coyunturales, con aciertos y fracasos, sin que se haya logrado un efecto muy contundente. Algunos asuntos se convierten en temas de debate entre opositores y oficialistas, pero apenas sirven para que se reafirmen posiciones ya tomadas, no para sumar adeptos o influir en los votantes. Al menos es lo que se aprecia hasta el momento.

Las apuestas

Hace un tiempo, parecía que la oposición había identificado dos temas que le podían hacer mella al oficialismo. Por un lado, se resaltaba el aumento de los precios y por el otro, se le enrostraba al gobierno su poca capacidad para inaugurar obras de infraestructura. Lo de los precios parecía una buena apuesta, porque es algo que importa a casi todos, sobre todo cuando los aumentos son significativos. Pero la inflación no ha alcanzado niveles como para convertirse en un tema efectivo de campaña. Basar una campaña, como se hizo de forma exitosa en 2004, en la pregunta “quién te subió los huevos”, y replicar la interrogante con otros productos, solo tiene cabida en un contexto de altos niveles de inflación. En cuanto a que el Gobierno daba muchos primeros picazos y cortaba pocas cintas, era cierto en su momento, pero el argumento se comenzaba a caer a medida que aparecían las obras para inaugurar.

Otros temas

La corrupción no será un tema de campaña, primero porque según las encuestas, no importa tanto a la gente, y segundo, porque el oficialismo le sacaría mejor partido. La inseguridad tiene sus picos, pero es una de las más grandes preocupaciones de la población, por lo que la oposición no lo soltará como tema.

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