Con la entrada de mayo se inicia la cuenta regresiva para las elecciones presidenciales y legislativas. En este tramo, es lógico que suba el tono entre los protagonistas de la competencia. Y no solo los candidatos. Solo hay que ver el rol que ha jugado Danilo Medina, con discursos algo incendiarios. Y este es solo el principio del tramo final.

Menos aburrida

Hay consenso en torno a la afirmación de que esta campaña electoral ha sido aburrida, en comparación con las anteriores. Esto tiene un aspecto positivo y otro negativo. Lo bueno es que la campaña, en un país civilizado y democrático, debe ser justamente así, tranquila, con poco ruido, sin sobresaltos. También debe ser basada fundamentalmente en discursos y propuestas, algo que se puede decir que caracteriza este proceso, lo que en gran parte hay que atribuirlo al esfuerzo de las entidades que propiciaron distintos espacios para las exposiciones de propuestas y sobre todo los debates entre candidatos. La parte no tan positiva de que la campaña sea poco movida e insípida, es que en gran medida esto se atribuye a que reina en el ambiente una percepción de que hay una competencia desigual, lo que puede provocar triunfalismo en algunos y desmoralización en otros, lo que por todos lados da apatía y desgano, que a su vez se podría traducir en altos niveles de abstención. Ese es el cuadro hasta el momento, aunque las últimas señales indican que la campaña se calentará, casi al echarse las palomas.



Debate fue tregua

En el debate de los candidatos presidenciales, hubo un derroche de decencia, caballerosidad y armonía. De hecho, ninguno echó mano de los temas que pudieran hacer mella en sus adversarios, como si nadie quisiera cruzar una línea invisible que ellos mismos trazaron. Hasta parecía que hubo algún acuerdo entre los candidatos. Lo del debate fue una especie de paréntesis, una tregua. Pero en los días venideros se dispararán esos cartuchos.

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