Una de las razones por las que, aun teniendo un sistema de doble vuelta en las elecciones presidenciales, nuestro historial muestra un claro predominio de procesos con desenlace en primera ronda, es porque, aparentemente, el elector dominicano ha aprendido a votar para que así sea, y concentra el voto básicamente en las dos principales opciones. Por eso es un peligro para cualquier partido con vocación de poder caer en la tercera posición. Si la población percibe que uno de los competidores se encuentra en tercer lugar, una gran parte lo descarta como opción.

Casos 96 y 2000

En el 1996, los electores estrenaban el modelo de doble vuelta. El PRD y José Francisco Peña Gómez representaban la opción con posibilidades de ganar en la primera, pero la boleta blanca se quedó corta y sacó 46% de los votos, mientras el PLD y Leonel Fernández alcanzaron el segundo lugar con 38%, ganándose el derecho de competir en la segunda ronda. El PRSC y Jacinto Peynado llegaron al 15% . En el 2000 se dio un modelo de competencia no muy usual. El puntero era el perredeísta Hipólito Mejia, con el apoyo la mitad del electorado y la otra mitad se la repartían en partes casi iguales, el PLD, con Danilo Medina, y el PRSC con Joaquín Balaguer. A Mejía le faltaron décimas, pero no hubo segunda ronda.

Procesos polarizados

A partir de ahí, se ha impuesto la polarización. En el 2004 y el 2008, el PLD, llevando a Fernández, le ganó en primera vuelta al PRD, mientras el PRSC tocaba fondo, primero con un 8 por ciento de los votos y luego con un cuatro. En el 2012, ganó de nuevo el partido morado, ahora con Danilo Medina, y sin una tercera fuerza de importancia, lo que se repitió en el 2016. En el 2020, surge la Fuerza del Pueblo, liderada por Leonel, y parecía que se abría la posibilidad de una segunda vuelta, pero el nuevo partido no llegó a dos dígitos, lo que facilitó el triunfo de Luis Abinader y del PRM en la primera vuelta.

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