El verdadero y real sentido de la Navidad es Jesús. En esta temporada celebramos su nacimiento y nos aferramos a todo lo que significa su ministerio aquí en la tierra como hijo de Dios y como fue capaz de dar su vida para el rescate de todos nosotros.

Cada año en esta fecha, muchas personas piensan y se acercan a Jesús, por lo que quienes le hemos asumido como Señor y Salvador de nuestras vidas, debemos hablar de Él, con nuestros amigos, nuestros familiares y todos los que quieran ser impactados por su ejemplo y sus enseñanzas.

En esta temporada, siempre escribo sobre el significado real de la Navidad y sobre la figura de Jesús. Hace unos años publiqué una reflexión que quiero reproducir ahora para mis lectores, por la importancia y actualidad que posee.

En aquella ocasión decía lo siguiente: “La Navidad se celebra en casi todo el mundo, pero muchos no entienden ni asumen cual es el verdadero sentido, la real esencia de ese acontecimiento. Y es una sola: Jesús. Lo principal, lo primordial, lo esencial de este tiempo de Navidad no es el lechón, no son las uvas ni las manzanas, no es la bebida ni la fiesta, aunque todo sea muy hermoso y estimulante. Lo principal es celebrar el nacimiento de quien entregó su vida en la cruz para garantizar que todos podamos alcanzar la vida eterna.

“En estos tiempos las cosas se han transformado de tal manera que la esencia de casi todo se ha perdido. Incluso, se ha trastornado el valor espiritual de la celebración del nacimiento de Jesús, por toda una parafernalia de fiestas, gastos y repartos. Es duro decirlo y más doloroso comprobarlo, pero la época de Navidad se ha ido convirtiendo en un momento donde todo se mide por el movimiento económico, por las fiestas, los repartos de dinero y de comida, en fin, se ha convertido un tiempo donde lo material se impone a lo espiritual. Y de esa manera actuamos totalmente contrario al verdadero sentido de ella.

“La Navidad tiene una explicación espiritual y material. Lo espiritual nos lleva a celebrar y alabar el nacimiento de El Salvador del mundo. Lo material tiene como explicación que es una fecha escogida por los cristianos para celebrar el nacimiento del hijo de Dios, por la decisión de Constantino, el emperador romano. Ciertamente, no existen pruebas de que Jesús naciera un 25 de diciembre, pero esa fecha fue asumida por el emperador Constantino, quien, en su deseo de usar a los cristianos para consolidar su imperio, tomó la fecha de la principal festividad pagana romana, para hacerla coincidir con el probable nacimiento de Jesús.

“Partiendo de esto último, la Navidad debe ser un motivo de profunda alegría y celebración del nacimiento de Jesús, un momento para nosotros pensar en su vida, en sus hechos, en sus enseñanzas, en sus acciones para difundir la verdad de Dios y hacer que nosotros cada día seamos más como él. Para seguirlo siempre. Y no es que dejemos de celebrar con moderación en este tiempo de fiestas y alegrías, lo que no debemos es perder la noción real de las cosas y creer que el sentido de la Navidad es la fiesta pagana y no la reflexión cristiana.

“Si quieres vivir a plenitud el verdadero sentido de la Navidad, cuando te sientes con tu familia en la cena de Nochebuena y de Año Nuevo debe darle gracias a Jesús por permitirte vivir a plenitud y por hacer posible que tu familia esté a tu lado celebrando en esta fecha. Y si estás pasando por un momento difícil de pérdida de algún familiar, o alguien en tu alrededor está sufriendo por algo igual, levanta tus oraciones a Dios y ten en cuenta que Él es siempre tu mejor compañía y quien te consuela con mayor efectividad en esos momentos difíciles”.

La Navidad debe ser un momento para seguir a Jesús, para acercarnos mucho más al hijo de Dios que entregó su vida para salvarnos. Teniendo presente lo que dice la Biblia en Mateo 6:33, cuando Jesús no orienta a que “debemos buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas vendrán por añadidura”.

La Navidad debe ser un momento para saber que el modelo de vida que debemos imitar y seguir es el de Jesús, basado en un profundo amor, en una permanente humildad, en un gran sentido de justicia y solidaridad, en una gran entrega por los demás, y en una gran capacidad para perdonar.

Euri Cabral

Economista y Comunicador

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