Por primera vez en más de un año, la actividad económica registró una expansión superior al 4%, rompiendo así un ciclo de veinte meses de crecimiento promedio inferior al del mes anterior, lo que sugiere que podríamos estar ante el inicio de un ciclo de recuperación gradual y sostenida.

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Conflicto en la frontera, guerras (frías y calientes), oscilaciones del péndulo en la esfera política regional, desafíos logísticos, corridas bancarias en EE.UU. y otros impactos macroeconómicos fueron parte del legado que nos dejó el ‘veinte-veintitrés’; una especie de permacrisis con secuelas que seguramente se extenderán en este 2024.

El término permacrisis, elegido por el Collins English Dictionary como la palabra del año en 2022, se define como un período prolongado de inestabilidad e incertidumbre, producto de eventos catastróficos. Ante los desafíos económicos, geopolíticos y medioambientales que aún prevalecen, este concepto luce apropiado para describir el panorama global que se perfila en ‘veinte-veinticuatro’, uno donde la adaptación a la incertidumbre será clave a la hora de cruzar, aparentemente descalzos, este ‘río de piedras resbalosas’.

En su último informe de perspectivas económicas, el FMI indicó que 49 de 192 países, incluido Estados Unidos, verán un crecimiento inferior a la tendencia histórica, lo que supone que este año cerca del 40% del PIB mundial estará desacelerándose. Para Quisqueya La Bella, este escenario es especialmente relevante, dado que EE.UU. continúa siendo nuestra principal fuente de remesas, turistas, inversión extranjera directa (IED) y comercio.

El consenso de analistas independientes y las perspectivas de los mercados de futuros mantienen que la economía estadounidense logrará el elusivo ‘soft landing’ o ‘aterrizaje suave’ -esto es, controlar la inflación mientras se evita una recesión-, así como una reducción de las tasas de interés, probablemente a partir del primer cuatrimestre de 2024.

Este pívot en la política monetaria de EE.UU. hacia una menos restrictiva, daría al Banco Central de República Dominicana (BCRD) mayor flexibilidad para ajustar su propia política monetaria hacia una más expansiva, vía reducciones adicionales de tasas de interés junto a nuevos programas focalizados de estímulo monetario, sobre todo en la segunda mitad del año.

Ante este panorama global, subyacen dos riesgos relevantes para el país, el primero es la volatilidad en los precios de commodities energéticos. Se espera que el petróleo WTI fluctúe entre [us$72 – us$76], similar a los niveles vigentes, y que el gas natural aumente hasta un 30% para finales de 2024.

Estas perspectivas, agravadas por la incertidumbre geopolítica en Israel y el Golfo Pérsico, al igual que la persistente guerra entre Rusia-Ucrania, subrayan la importancia de que nuestras autoridades continúen adoptando estrategias que mitiguen el impacto de la materialización de estos riesgos, como la adquisición de seguros contra incrementos de precios de combustibles, que minimicen el potencial impacto en la economía, especialmente en las cuentas fiscales, la inflación y la actividad económica.

Otro riesgo emergente consiste en las potenciales consecuencias de una nueva crisis logística en el transporte marítimo de mercancías. Incidentes recientes, como las tensiones en el Canal de Suez, exacerbadas por el conflicto entre Israel y Hamas, y los desafíos en el Canal de Panamá, atribuido a las consecuencias del cambio climático, han provocado alteraciones de las rutas marítimas y ajustes en la programación de navegación.

El efecto combinado de estos factores ya está impactando las cadenas globales de suministro y probablemente se reflejará en un aumento de los costos de envío de mercancías, así como los tiempos de entrega.

Ante este entorno global de permacrisis, cabe preguntarse ¿Cómo se traducen estos desafíos a la realidad económica dominicana y qué significan para nuestro futuro inmediato?

En la próxima entrega, profundizaremos en el entorno doméstico, las perspectivas y los principales retos que enfrenta la República Dominicana en 2024 ante un escenario global en permacrisis.

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