República Dominicana, como otras naciones, debe comenzar a enfrentar el cambio climático, con sus secuelas de aumento de las lluvias y el calor, tomando las medidas necesarias, e incluso creando nuevas legislaciones, si fuera necesario.

Parecen películas repetidas desde hace años, las tristes escenas de inundaciones, pérdidas de enseres y vidas en varios puntos del territorio nacional, principalmente en hábitat humanos improvisados, cercanos a arroyos, ríos o cañadas, o en zonas de antiguos terrenos de esos afluentes.

Desde hace años he venido proponiendo el desalojo de personas de lugares no aptos para vivir, por su vulnerabilidad frente a los fenómenos atmosféricos, que cada día son más frecuentes por el cambio climático.

Para algunos, mi propuesta es una misión imposible por la gran inversión y las implicaciones humanitarias que conlleva. Pero considero que no es así, si las autoridades la ejecutan en dos sentidos.

Primero iniciemos el proceso de construcción de viviendas humildes, pero seguras y apropiadas para los actuales ocupantes de esos espacios y segundo sellémonos esos lugares bajo la protección de la Ley de Ordenamiento Territorial o la de Medio Ambiente, con su conversión en áreas protegidas, para que antiguas o nuevas personas no osen ocuparlos, como ha sucedido en otras ocasiones.

Por la gran inversión que implica, esa iniciativa puede hacerse poco a poco, comenzando por el Bajo Yuna, donde el socorro de distintos gobiernos ha sido la escena repetida de la película de destrucción por las inundaciones causadas por las lluvias, lo cual puede ser comprobado con solo consultar a Google.

Esta vez no hubo más desgracia humana en esa zona del Bajo Yuna por la audacia de héroes, como José Antonio Paredes, conocido como Jack Veneno, quien se lanzó a salvar a personas que iban a bordo de un vehículo arrastrado por la crecida del río Yuna.

Con esa iniciativa, sacaríamos de escena los tristes dramas humanos sufridos por los daños a viviendas, colchones, ropas y otros enseres a familias de escasos recursos, y la inversión sería recuperada con los recursos dejados de erogar para auxiliar a los damnificados. Autoridades anímense. Cuando el camino es largo, se comienza con el primer paso.

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