El presidente de la Junta Central Electoral entró a la conferencia de prensa con una expresión grave. No era para menos. “La verdad es la verdad. Los hombres y las instituciones no deben intentar tapar el sol con un dedo”, afirmó. Para agregar, “deben de tener el valor de decir las cosas como son”. Y se lamentó, “que pena que esto haya sucedido”. Acto seguido, anunció la suspensión de las elecciones municipales. Antes de ese anuncio trascendental, el pleno de la junta se había reunido con los delegados de los partidos. Uno de los delegados había anticipado lo ingrato que sería la posición de los jueces del organismo electoral: “Queremos solidarizarnos con la Junta. No quisiera estar en los pantalones de uds. Habrá muchas críticas que soportar”.

Sin embargo, en el medio de eventos tan graves, los dominicanos supieron dialogar y buscar las soluciones más prudentes, que garantizaran la paz y el bienestar del país. Siendo así, llama la atención una serie de expresiones formuladas durante la discusión de los delegados de los partidos y el pleno de la junta.
En primer lugar, uno de los presentes afirmó: “Todos somos dominicanos y queremos que esto salga bien”. A lo que le contestaron, “¡Claro!”. En segundo lugar, uno de los presentes consideró: “Esta es un decisión del liderazgo nacional, (pues) envuelve a todo el país”. Para agregar que era un problema que afectaba la democracia, la gobernabilidad del país, y la credibilidad de la junta. “Uds. son los que van a presidir el (próximo) proceso (electoral), y las próximas autoridades deberán (ser elegidas en un proceso legítimo)”. La paz social también estaba en la mente de los presentes. Se advirtió que había un compromiso de tranquilizar a la población, por lo que había que actuar con “sensatez absoluta”. Se hacía necesario no perder el control de la situación. Para ello, los reunidos tomaron la decisión consensuada de suspender las elecciones, que era la solución “menos traumática”. Además, uno de los delegados agregó que se debía hacer un compromiso de “no decir suspensión total, y luego caerle a garrotazos a la Junta”.

Tal como se había anticipado durante la reunión con el pleno de la Junta, las protestas no se dejaron esperar. La muchedumbre de manifestantes ha llegado a llenar la explanada de la enorme Plaza de la Bandera. Pero lo que más se debe destacar es el carácter pacífico y civilizado de estas manifestaciones. En conclusión, lo que comenzó como un verdadero descalabro, hasta ahora ha sido una demostración de madurez y patriotismo por parte de los dominicanos. Hemos dado pruebas que en las situaciones más críticas, somos capaces de dialogar, acordar soluciones, y hasta protestar de forma que protejamos la democracia y la convivencia. ¡Es para que nos sintamos orgullosos!

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