Cuando el atracador le dio los tiros que sesgaron la vida de Carmelo Amaro, caballeroso dirigente político y comunitario a quien tuve el privilegio de tratar, ese delincuente y sus iguales que operan impunemente a toda hora y en todo el territorio nacional, enviaron a todos un mensaje bien claro y fuerte: quien se meta con ellos, aún por confusión, le dan pa’ bajo sin contemplación.

Anteayer fue publicada una declaración del dirigente peledeísta Euclides Gutiérrez, afirmando que “La increíble cantidad de delitos, crímenes, homicidios, feminicidios, y robos que suceden a diario en nuestro país, son más que suficientes para llamar la atención y elevar o profundizar nuestra preocupación”.

En la víspera, el senador de Peravia denunció que “el municipio de Baní está lleno de puntos de ventas de drogas, ante la indiferencia de la Policía Nacional y su dependencia, la Dirección Central Antinarcóticos (Dican)”.

Esos encendidos de alarma provenientes de las filas del propio partido oficialista, se suman a las denuncias y reclamos, al mensaje de todo tipo de organizaciones de diferentes ámbitos que vienen clamando por tanto tiempo que se meta en cintura a los delincuentes.

Otro mensaje: Conozco el testimonio de una familia que, recién llegada a un barrio de San Cristóbal, le robaron su televisión. Los vecinos les advirtieron que la única forma de recuperarlo era que fuera a reportarlo a la boca del callejón donde operaba “el señor jefe” del punto de drogas.

El tipo escuchó la denuncia y escuetamente, dijo: “Deme hasta mañana”. Al día siguiente los mandó a buscar y les entregó. “No me pregunten nada, sólo llévese su aparato”. Ese es otro mensaje, aún más duro y estremecedor: La delincuencia y el crimen organizado no sólo operan impunemente sino que han pasado a ejercer mecanismos de autoridad en muchos barrios.

En lo que es un valioso mensaje opositor, Luis Abinader, asesorado por el ex fiscal y ex gobernador de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien redujo de manera impresionante la violencia y delincuencia en esa ciudad, ha puesto a disposición de las autoridades un plan integral para atacar el delito en todas sus vertientes.

El presidente de la República, quien según el artículo 128 de la Constitución tiene como primera atribución y función “la administración civil y militar”, y ejercer “la autoridad suprema de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los demás cuerpos de seguridad del Estado”, es responsable de garantizar el orden y la seguridad de “almas y haciendas”.

Dada la circunstancia aciaga y su responsabilidad de Estado el Presidente no puede permanecer en silencio, como si el problema de la delincuencia desbordada no fuera con él.

No sería justo ni inteligente responsabilizar personalmente a Danilo del desbordamiento delincuencial que linda con lo catastrófico. Pero un buen mensaje que puede darle al país es su disposición sincera, no política, o mediática, a concertar con todos los sectores nacionales una verdadera estrategia nacional que ponga un stop a la inseguridad de la gente, que espera por él.

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