Los dominicanos vamos cerrando 2021 como un año en el que pudimos proclamar al mundo que en estas coordenadas descritas genialmente por Pedro Mir, ha empezado a cuajar una resiliencia, una nueva apuesta al desarrollo, a la democracia y el optimismo.

Se están produciendo transformaciones económicas, institucionales, y éticas que están impactando hace rato la forma de hacer gobierno y de administrar los recursos que son de todos los dominicanos y que con anterioridad fueron arrebatados para beneficio de grupos particulares.

Desmontar todo aquel monstruoso manto de engaño y timo del erario levanta ronchas y genera sarpullido que somatiza en lo que puede y como puede.

Como era de esperarse, pese a la gran madurez y el curso institucional con que es conducido el petitorio de legitimidad queda al descubierto demasiado bulto tapao ante las indagatorias judiciales tan correctamente ejecutadas.

Toda esta profilaxis, este saneamiento reclamado en las calles por el pueblo, genera inquietantes rumores de quienes creían que estos cambios que buscan poner la casa en orden eran un ejercicio más del gatopardismo a que nos tienen acostumbrados los políticos: cambiarlo todo para que nada cambie.

Todos han observado la impresionante capacidad de la sociedad dominicana en su conjunto para recuperarse, e incluso sobrepasar metas y objetivos que nos habíamos propuesto antes de que la pandemia de COVID 19 se abalanzara impetuosa sobre el país.
Cada día las portadas vocean un nuevo logro de la reactivación económica, el relanzamiento turístico, el empleo, las inversiones, o la recuperación de la vida en cualquiera de sus alegres expresiones populares.

Que seguimos acosados por problemas migratorios que se expanden por todo globo terráqueo, sí, y no vamos a desmayar en darle respuestas adecuadas. Que la pandemia interrumpió procesos y encadenamientos productivos, constriñendo el comercio, destapando oleadas inflacionarias que atacan por igual a países pobres y ricos: así es, pero ya desde su dinamismo interno, promoviendo la alianza publico privada y entre países, el gobierno del presidente Luis Abinader empuja por reinventarse, apelar a nuevas respuestas ante los pesados costos impuestos por el COVID.

Así como 2021 cierra con el país exhibiendo grandes dotes de resiliencia, de capacidad para recuperarse frente a la adversidad, en el nuevo año nos corresponde impulsar la sinergia que provoca fuerzas mayores cuando se unen otras menores.

Para que continuemos cantando con Silvio Rodríguez, en son cubano, que nadie se va a morir menos ahora, que el canto de la patria es nuestro canto.

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