Hablar de legalización

Recientemente se produjo la legalización del uso recreativo de la marihuana en Colorado y Washington, además de los 20 estados que permiten su uso para fines terapéuticos.

Recientemente se produjo la legalización del uso recreativo de la marihuana en Colorado y Washington, además de los 20 estados que permiten su uso para fines terapéuticos.

Esto coincide con la posición actual de un grupo de jefes de Estado latinoamericanos que han hablado de la necesidad de al menos debatir las propuestas de legalizar las drogas blandas (como la marihuana) y liberalizar un poco el mercado y han expresado que la marihuana es menos peligrosa que el tabaco o el alcohol en términos de su impacto en el consumidor individual.

Incluso la Organización de Estados Americanos (OEA) sugirió a los Gobiernos de las Américas que consideren despenalizar el consumo de drogas como parte de una estrategia de salud pública. Y hasta representantes de la Iglesia católica en algunos países como El Salvador han defendido esta posición, pidiendo hacer una discusión a profundidad, sin intereses económicos, para analizar los pro y los contra de esta posibilidad.

Es imprescindible aclarar que hablar de legalización no es lo mismo que la simple despenalización, sino que implica regulaciones como los que tiene al día de hoy el cigarrillo, por ejemplo, que no puede ser adquirido por menores de edad, no se puede consumir en sitios cerrados y la caja debe especificar que es perjudicial para la salud. Además, goza de obligatorios controles de calidad y provee beneficios fiscales al Estado.

Por esto último muchos entienden que obtener impuestos para el fisco producto de la venta de drogas legales permitiría la creación de un fondo para tratar a los adictos, sobre todo de drogas duras, que al día de hoy no tienen la suficiente ayuda por falta de recursos.

Otro argumento de quienes defienden la posición es que puede promover la eliminación de las terribles consecuencias que resultan del narcotráfico y la reducción de cargas policiales, judiciales y penitenciarias por posesión.

Esto no se trata ni de una defensa ni de un ataque ciego. Se trata de entender que tanto aquellos que proponen la legalización como aquellos que radicalmente se oponen pueden encontrar argumentos de peso y, por consiguiente, el tema no debe ser tratado con tabúes, pues debatirlo, con estudios económicos, investigaciones médicas, ejemplos de otros modelos en el mundo y en general con datos reales, puede ser muy saludable y, quién sabe, quizás hasta conducir a soluciones verdaderas ante una guerra en la cual, hasta ahora, el mundo ha perdido todas las batallas.

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