El ejercicio de la política, de la buena y honesta política, ha perdido parte de su esencia en la República Dominicana. Desde hace años, el sentido ideológico y de ideales ha estado ausente. Ya casi nadie, salvo muy contadas excepciones, se entrega al accionar político-partidario buscando la concreción de un ideal, de un sueño de justicia o para servir de canal de ayuda y bendición de los demás. Ahora todo se centra en ganar un puesto en elecciones o de obtener cargos públicos por designación del presidente de turno.

El interés particular, lo mío, mi bienestar, se ha convertido en la norma del ejercicio político de estos tiempos. Eso ha provocado que el transfuguismo sea algo común y corriente. Hoy se ha convertido en una costumbre ver que importantes líderes de un partido se vayan al partido contrario por un cargo, una propuesta económica o una promesa de cargo futuro. Y peor aún: ya es costumbre que funcionarios electos en la boleta de un partido (senadores, diputados, alcaldes, directores, regidores y vocales) renuncien del partido que lo llevó a ese puesto y se los lleven, los entreguen a otros partidos o se queden de manera individual con los mismos. En términos concretos eso es sencillamente un asalto político.
Y el mal ejercicio de la política ya ha permeado hasta la relación interna de los propios partidos con candidatos que han escogido para que los representen en los próximos procesos electorales. Cuando una organización política establece una alianza para participar unida con otra organización, la lógica elemental establece que todos los cargos de esas entidades deben estar al servicio del interés general de la alianza. Y se supone que un militante de un partido debe poner sus intereses particulares por debajo de los intereses generales de su organización. Sin embargo, en nuestro país en estos días se han presentado varios casos de candidatos elegidos por algunos partidos que no escuchan ni hacen caso a una alianza establecida por su organización.

Esos candidatos en algunos puestos a los que no tienen ninguna posibilidad de salir electos, se aferran de manera absurda e irracional a sus intereses personales y no escuchan la orientación de sus líderes en torno a la necesidad de fortalecer los aprestos unitarios. Esos candidatos ponen sus intereses particulares, sus egos, sus deseos de alcanzar los puestos para ellos como lo principal, olvidando que cuando se es parte de una organización se deben apegar a las normas y reglas de la entidad y deben poner los intereses generales por encima de los intereses personales.

Esa situación se está presentando en los actuales momentos en algunos lugares de mucho impacto electoral para la Alianza Rescate RD, un acuerdo electoral que está enfrentando a un PRM y un presidente en reelección que hace todo lo posible e imposible para dar un golpe de efecto en las elecciones municipales de febrero, que les garantice poder ganar las elecciones de mayo en primera vuelta. Y si los partidos que integran la Alianza RD no resuelven esa situación antes de que termine el mes de enero, los resultados de las elecciones de febrero podrían ser no tan beneficiosos para la alianza en términos de impacto de cara a las de mayo.

Es necesario que los cuatro principales dirigentes de la Alianza Rescate RD, Danilo, Leonel, Abel y Miguel, asuman su condición de líderes y hablen con esos dirigentes que tienen candidaturas que son obstáculos para el avance de esa coalición, los convenzan con argumentos firmes y les hagan entender que sus egos y sus intereses particulares no pueden convertirse en la norma del accionar político de un momento histórico donde es más que necesaria la unidad, la entrega y la humildad para lograr los objetivos políticos esenciales.

Danilo, Leonel, Abel y Miguel deben seguir actuando con un alto sentido de la historia. En sus manos, en sus hombros, en sus actuaciones firmes, conciliadoras, pero altamente necesarias, está la decisión final para que la Alianza Rescate RD pueda tener un gran éxito en las elecciones municipales de febrero y eso repercuta de manera amplia y significativa en una victoria en las elecciones de mayo o de junio, en caso de que haya una segunda vuelta. Es momento de actuar y decidir.

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