La carrera política de José Peña Gómez, la cual dio inicio antes de cumplir la tierna edad de 15 años -en plena adolescencia- tuvo serios tropiezos, pero al final pasaron a ser resultados positivos.

Atravesó peligrosos inconvenientes que, sin embargo, nunca constituyeron obstáculos para trillar un buen sendero no solo en el discurrir político, sino también (y con resonantes éxitos) en el plano intelectual.

Antes de haber abrazado el segmento del conocimiento académico que, obviamente lo fusionó con su pasión que fue la política, nadie debe denegar que esa actitud lo catapultó para convertirse -con menos de 40 años- en un hombre de respeto a nivel internacional y que lo llevó a tener excelentes relaciones con connotados líderes políticos de gran parte del orbe.

Desde que decidió involucrarse en la lucha democrática e incluso ir a debates con dirigentes políticos de relevancia, como los veteranísimos maestros Juan Bosch y Joaquín Balaguer, la prensa comenzó a “echarle el ojo”.

En el marco de sus andanzas democráticas y a pesar de tener que combatir a un frente de la ultra derecha que nunca le dio aquiescencia a sus planteamientos, Peña Gómez logró ser aceptado por el pueblo llano como un auténtico líder. Un gran líder asimilado por las masas populares.

En aquellos aciagos tiempos -toda la década de los 70-, además de entrar en el debate político, se vio obligado a contender contra el racismo.

Porque la rancia oligarquía, que siempre estuvo a los pies del régimen de Balaguer (pero que al mismo tiempo fue beneficiaria en el plano económico), no podía soportar que un joven que nació en la más extrema pobreza y que con su propio esfuerzo alcanzó la cima del prestigio, la alta academia y asentarse en el país con un respetado liderazgo político, “entorpeciera” al Estado dominicano y que pusiera en peligro (¿?) el poder ostentado por décadas por la casta millonaria criolla.

Debo precisar que durante el peligroso proceso político que abarcó el período 1966-1978, Peña Gómez tuvo empatía con organizaciones de la izquierda.

El líder perredeísta, quien nunca dio muestra de tener inclinación por la doctrina del Marxismo Leninismo, sí aceptó aliarse -en circunstancias coyunturales especiales-, con dirigentes comunistas.

Coincidió con posiciones políticas que contra Balaguer exponía Maximiliano Gómez (El Moreno), entonces secretario general del Movimiento Popular Dominicano (MPD).

El Moreno -el dirigente comunista dominicano más puro y capaz- y Peña Gómez, fusionaron sus ideas políticas para confraternizar en base a la lucha democrática contra el odioso régimen de los 12 años.

Continuará….

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