El Gobierno y la reelección tienen un gran reto -si partimos de sus “encuestas”-: diferente a febrero -y su mercado de votos comprados- tienen que apostar, gústeles o no, a que la gente salga a votar, pues sin concurrencia no habrá legitimidad como tampoco la habrá si repiten otro febrero en mayo. Eso es así de simple y sencillo.

Sin embargo, y sabiendo lo anterior, el Gobierno y la reelección siguen jugando con retener o dilatar (a pesar de recientes anuncios de entretención), a los partidos -llámese objetivo oposición-, la entrega de los recursos económicos que la ley consigna, obviando, de paso, que están saboteando lo que en sus “encuestas” será fácil: derrotar en mayo a la oposición…

Y creemos que subestiman, precisamente, porque mayo no es febrero y encima la oposición está al unísono en torno a un objetivo supremo -aunque no de mi creencia del todo-: escenario de segunda vuelta o balotaje.

Mientras más se tarda el gobierno, en desembolsar esos recursos de ley y la crisis en Haití se agrava, más cerca se le hará contribuir a un escenario político-electoral que es “tierra de nadie”: una segunda vuelta o balotaje.

Porque, a la vista y hasta ahora, solo hay dos eventos que pueden forzar escenarios de riesgos para la reelección: a) que el relato periódico-mediático y de “encuestas” de sastrería oficial, de cara al mes próximo, se estrelle con la realidad que está viviendo la gran mayoría (inseguridad ciudadana, inflación -canasta familiar por las nubes-, festival de empréstitos públicos que, prácticamente, hipotecan, a mediano plazo, el futuro del país, desempleo y ausencia de políticas públicas orientadas a paliar el deterioro de los servicios públicos -salud, educación, agua potable, electricidad y seguridad alimentaria, entre otros-), y b) desborde de la crisis haitiana -que ya es un tema de campaña (por extrapolación y en su momento -dimes y diretes-: Claude Joseph versus Luis Abinader)- y que podría generar un desafío-país: manejo o gestión de frontera y migración, hasta ahora de pronóstico reservado, que podría desencadenar escenarios sociopolíticos impredecibles y, sobre todo, evidenciar el doble discurso oficial o manejo del neurálgico tema Haití (crisis, muro, migración y canal).

En fin, hay, contrario a febrero, probables escenarios imprevistos de cara a las elecciones presidenciales y congresuales venideras que serían desfavorables a la reelección y su candidato. Encima, se suma una suerte de brumas en torno al proceso electoral que lo hace extraño o de muchas incógnitas -por ejemplo, a estas alturas, hay muchos cabos sueltos sobre el proceso que serán denunciados o reiterados a nivel internacional (OEA)- que bien podrían prefigurar escenarios de crisis o de etapas que se creían superadas, pues es evidente que la presente administración, encima cierto dejar hacer o pasar de la JCE -hay retrasos en el voto-calendario de ultramar-, está jugando a quedarse en el poder sobre la base de un relato o narrativa de triunfo exacerbado o de condicionamiento público, bajo la creencia o premisa, falsa o no, de que la oposición, además de fragmentaria, pues llevan tres o cinco candidatos presidenciales, luce, en su percepción o manipulación mediática, débil o de fácil derrota. Por supuesto, ese relato oficial obvia los imponderables ya enunciados que gravitan en su contra. Lo que podría leerse como que el Gobierno y la reelección están atrapados en el complejo del chivo frente al cuchillo, y el fenómeno o subconsciente le está jugando una mala jugada a la reelección, facilitando, de paso, lo que no quieren: escenario de segunda vuelta o balotaje o crisis. Ya veremos…

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