Las transformaciones políticas anunciadas por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, lo han reposicionado en el espectro mediático, por el amplio alcance político y social de las medidas, que tienen como trasfondo su inminente reelección, aunque la misma genere cuestionamientos y ambigüedades desde el litoral de sus detractores, quienes lo acusan de usurpación de poderes, a propósito del debate en torno a la legalidad o no de sus intenciones reeleccionistas.

Desde el 2021, el pronóstico reeleccionista se vio despejado por un fallo a favor de las intenciones del presidente, dictado por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (lo que sería en nuestro país el Tribunal Constitucional), que avala una reelección inmediata del presidente, y que marcó un punto importante en la agenda política de Bukele.

Entre las medidas anunciadas por el gobernante que mayor tratamiento noticioso y de opinión han generado se citan: la drasticidad contra la corrupción, con la construcción de una cárcel para quienes incurran en ese delito y la no prescripción del mismo; y la reducción de 262 a 44 el número de municipios, una propuesta de reordenamiento territorial que genera opiniones encontradas dentro de la sociedad civil y otros segmentos opositores, pero que pasaría sin mayores escollos por la Asamblea Legislativa, que por igual tendrá que dilucidar la supresión de una parte de las diputaciones, pues el dignatario aspira a que de 84 pasen a 60, como era antes de los acuerdos de paz.

Cabe resaltar que el Congreso es unicameral y el oficialismo cuenta con 56 de los 84 diputados que representan los 14 departamentos del país.

Mientras tanto, la oposición política liderada por el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), así como por organizaciones de la sociedad civil, no han logrado armonizar sus intereses y agenda con miras a la concertación de un pacto que les permita llevar un candidato único en las elecciones presidenciales de 2024, al punto de que a la fecha no trascienden los nombres de las figuras elegibles.

Indiscutiblemente, la oposición salvadoreña tiene como reto escoger una figura con buenas proyecciones, capaz de rivalizar dignamente con el potencial electoral que proyecta Bukele, que hasta ahora cuenta con un escenario político y social totalmente favorable, tomando en cuenta que está revestido de un amplio respaldo popular, tal y como reflejan estudios de campo.

En tal sentido, la Secretaría de Prensa de la Presidencia de El Salvador reveló el 28 de mayo de 2023, un estudio del Laboratorio de Opinión Pública de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la estatal Universidad de El Salvador (UES), en relación con que 9 de cada 10 salvadoreños apoyan la reelección del presidente Nayib Bukele.

La aprobación del dignatario está sustentada en los niveles de seguridad alcanzados tras la puesta en marcha del Plan de Control Territorial, a través del cual se estableció un estado de excepción de garantías constitucionales que ha neutralizado el accionar de la delincuencia organizada (maras), que repercute favorablemente en la disminución de los homicidios, secuestros, extorsiones y otros delitos. Esto tiene un impacto directo en la calidad de vida de los ciudadanos.

No obstante, para que sea sostenible en el tiempo, Bukele requiere mantener a raya a los delincuentes con la medida que le ha funcionado, que es el apresamiento de los mismos, recordando que esta iniciativa es valorada como eficaz y funcional en El Salvador, al adaptarse a su escenario sociopolítico y a su realidad como país.

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