Através del sistema educativo, cualquier nación jurídicamente organizada puede inculcarles a los integrantes de la colectividad los valores consuetos, económicos, políticos, sociales y culturales que sean consubstanciales a la idiosincrasia de tal o cual pueblo convertido en Estado, por cuya razón nadie en su sano juicio osa negar el componente ideológico que se haya incardinado en la interacción comunicativa dable entre enseñanza y aprendizaje, sin parar mientes en que se trate de la escolarización básica o media, o bien de la formación superior, estratificada en intermedia, terciaria y cuaternaria.

De ahí que nadie tampoco pueda llamarse a engaño de que la enseñanza basada en competencias como recipiendaria del sistema socioeconómico y político neoliberal, sea remisa a adherirse a tales pautas ideológicas, pese a la crítica mordaz formulada con fundamento válido o sin razón justificada, pero en todo caso se trata de un discurso articulado para desmeritar semejante modalidad educativa, puesta en ejecución en la órbita europea e hispanoamericana en las postrimerías de la centuria novecentista.

En efecto, la Unión Europea, a través de varias naciones del primer mundo económico, entre ellas Alemania, Francia, Italia e Inglaterra, hizo acopio del Enfoque Basado en Competencias (EBC), pero en la América hispánica le tocó a México ponerse a la vanguardia en materia educativa, tras insertar las directrices de semejante perspectiva pedagógica en todos los planes de estudio del otrora pueblo azteca.

Entre los teóricos de dicha corriente pedagógica, hay criterio unánime para descartar que la enseñanza basada en competencias sea un modelo pleno del ramo académico, por cuya razón, salvo raras excepciones, existe mayoría casi absoluta de autores que tiende a considerar que se trata de un enfoque, por cuanto unos que otros saben que semejante proceso vuelca su interés en determinados aspectos del sistema educativo, tales como docencia, aprendizaje y evaluación.

En líneas generales, los autores militantes de esta corriente pedagógica, entre cuyos representantes puede citarse a Aurelio Villa Sánchez, definen las competencias como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades, destrezas y actitudes adquiridas para el logro de un buen desempeño profesional del sujeto aprendiz, cuando haya que realizar una acción que conduzca a la toma de decisión sobre un problema cognoscitivo o adoptar una solución acerca de una situación laboral.

Ni Aurelio Villa Sánchez ni Jorge Trujillo-Segoviano niegan que el enfoque basado en competencias quede imbricado en el modelo neoliberal, cuya inserción en el ámbito de la enseñanza superior vaya a significar que las universidades sean puestas a la venta del sistema socioeconómico y político imperante, pero surge como corolario que el mercado laboral requiere mano de obra especializada con alta tecnificación profesional para el rendimiento eficaz y eficiente de la producción.

Debido a que el enfoque basado en competencias tiende a dejar entrever que las universidades van a convertirse en especie de talles fabriles de preparación profesional para la inserción en el mercado de trabajo, por cuanto así lo requiere la empleabilidad laboral o empresarial, en cuyo caso las habilidades, capacidades o destrezas quedan enmarcadas en el conocimiento instrumental, técnico o factual, mirando entonces de soslayo los saberes sistémicos, actitudinales e interpersonales.

Ahora bien, los teóricos del enfoque basado en competencias preconizan un aprendizaje de tipo integral u holístico, que augura entonces que un profesional competente vendrá a tener dominio de la acción, del proceso y de cualquier estructura sistémica, dotado así de sapiencia compleja, propiciatoria de cuatro dimensiones totalizantes, tales como saber ser, saber conocer, saber hacer y saber convivir.

Pese a haber transcurrido un tercio de siglo que el enfoque basado en competencias empezó a practicarse en otras latitudes geográficas, cabe forjar esperanza diciendo que nunca es tarde para comenzar, máxime cuando en nuestro país se han dictado las directrices propiciatorias de un buen inicio, tras hacer pinitos en el sistema de escolarización básica y media, en tanto que con pasos certeros hay caminos emprendidos hacia la educación superior.

Así, el enfoque basado en competencias va a implantarse en la Universidad Autónoma de Santo (UASD), tras las autoridades académicas y administrativas haber adoptado las directrices tendentes hacia tales fines, a través de capacitaciones y actualizaciones de las mallas curriculares, pero ante todo con la preparación de su cuerpo magisterial, cuyos profesores concluyeron la diplomatura pertinente, mientras que otros enseñantes cerrarán ciclo formativo en la segunda cohorte.

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