Se confunde la prudencia con debilidad de carácter. Eso ha estado ocurriendo con Leonel, hasta llegar a este momento.

Sorprende su firmeza, a propósito de la aprobación de la Ley de Partidos. Su posición la centra en aspectos constitucionales, demostrando las violaciones específicas en que se incurriría aprobando como obligatorio celebrar primarias abiertas. Hace suya la propuesta original de la JCE de que en virtud al derecho fundamental de libre asociación, cada partido debe escoger libremente los candidatos.

Señala que los partidos deben acogerse al artículo 216 de la Constitución que “habla de la conformación y el funcionamiento de los partidos políticos sustentado en el respeto a la democracia interna”.

Categóricamente ha dicho: “Si los legisladores imponen las primarias abiertas en la Ley de Partidos, será de manera forzada”. Advierte que la “imposición de lineamientos políticos e institucionales es posible vencer, pero no convencer, y quien incurre en ello a la larga pierde, porque siembra la semilla de la ingobernabilidad”.

Sin embargo, dejando una puerta abierta al diálogo, expresa “en República Dominicana, a veces, partimos del absurdo, pero a veces partiendo de lo absurdo llegamos a la razón, por lo que espera se logre un proyecto de ley consensuado”.

En su momento invocó en el Comité Político, que la Constitución está por encima de todos los poderes del Estado, con mucha más razón por encima del CP y el PLD. Fue enfático en afirmar que nadie podía obligar a un peledeísta a desobedecer el mandato constitucional.

Estamos, pues, en presencia de un firme liderazgo que descansa en una causa. Cuando eso sucede no hay derrotas. Las ideas no se vencen imponiendo una posición contraria a ellas. Hacerlo crea ingobernabilidad y esa causa termina siendo apoyada por todo un pueblo.

Se ha pretendido presentar este conflicto como una lucha de candidaturas; nada más absurdo. Lo que realmente está planteado es una confrontación entre un liderazgo que encarna una causa y otro que no tiene límites desde el poder.

En su momento advertí en el Comité Político que esa Ley es orgánica y que se requiere las dos terceras partes de los legisladores para aprobarla. En consecuencia, el PRM tiene los votos para no alcanzar esa mayoría calificada en la Cámara de Diputados.

En el Senado fue fácil aprobar con esa mayoría calificada, pero en la Cámara de Diputados se ve claro que esa votación no se logrará, excepto impuesta. Fue lo advertido, se derrotará a Leonel (y agrego ahora a amplios sectores de opinión) pero en la Cámara de Diputados será derrotado Danilo. Aunque pretender la derrota de uno y de otro, es la derrota del PLD.

Suponer que el Poder se maneja sin límites, es ignorar que en el sistema democrático se eligen representantes a cargos, por un mandato del pueblo y éste lo puede retirar en su oportunidad.
El rumbo tomado hace daño al PLD y al país, aunque la firmeza del liderazgo de Leonel establece la diferencia. De lo contrario el liderazgo caería hacia el PRM, por su esfuerzo en que si lo derrotan, no es una derrota, es una imposición, beneficiando a Abinader.

Por tanto, lo que deja bien parado al PLD, es la firmeza de liderazgo de Leonel, sustentado en una causa, no sólo del Partido, sino nacional.

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