La agenda de proclamaciones que tiene el presidente Luis Abinader de sus partidos aliados, según se dice serían más de 20, se ha visto afectada por el juramento que le tomó el presidente del Partido Cívico Renovador, el general retirado del Ejército, Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna. El político entrampó al presidente de la República, al hacerle prometer bajo juramento que nombraría en el tren gubernamental ahora y después.
Lo que pasó en el juramento de Zorrilla, retrata la compra y venta de favores políticos con recursos públicos y que el PRM no es la nueva política, sino más de la misma política, posiblemente empeorada. Los antiguos aliados del PLD y FP, llevan más de tres años esperando que los integren al tren gubernamental, con presión elevada a la máxima potencia de los cuadros de esos partidos hacia sus líderes. Casi insostenible, según se escucha.
Parece que los gestores de los acuerdos con los minoritarios lograron hacer magias, de las que se hacen desde el poder, y han calmado las aguas. Esa calma no significa conformidad, es más bien una tensa calma, pues su objetivo es seguir subidos en el palo para las cabezas administrar presupuesto público y entrar a la nómina pública.
Es probable que lo ocurrido con Zorrilla tenga un efecto colateral, y la esperanza de ser integrados ahora y después en el tren gubernamental, de los dirigentes de los partidos que siempre han estado pegados de la teta del Estado, tengan que esperar para después (de mayo) porque luego del ruido, es posible que ahora no se pueda, porque el negocio en ese contexto de ruido, no es rentable para la figura presidencial.
Para después, los partidos denominados Pymes, pequeñas empresas dedicadas a servir al gobernante de turno, corren el riesgo de no obtener la presea del decreto que los nombre en una institución, que incluye una buena tajada del dinero de los contribuyentes para que se burlen, sin ningún pudor, del sudor ajeno. En política, como en pelota, hay que esperar el último out para saber quién se queda con la corona. Los Pymes, por respeto a los votantes, en lugar de ahora y después, su regalo debe de ser, ni ahora ni después.
