En el discurso de rendición de cuentas, el presidente Luis Abinader no dejó de pellizcar a Leonel Fernández. En la parte introductoria dijo lo siguiente: “En este aniversario de la independencia, debemos recordar esa gesta gloriosa, sí, pero la tradición no es la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego”. ¿Quién será la ceniza y quien el fuego?

Luego, al referirse a la economía y a la situación fiscal, dijo: “Quiero destacar que, no obstante haber celebrado las primeras elecciones de este año, el déficit actual acumulado es de apenas un 0.3% en estos primeros meses y nos comprometemos a que al finalizar el año estará de acuerdo a lo proyectado. Atrás quedaron los tiempos del 2012 en que el déficit se disparó a un 6.3% con fines solo electorales, creando un desbarajuste o desguañangue en la economía, como fue calificado en esos días. En esta administración no hay hoyos fiscales”.

¿A qué obedecen los ataques al expresidente? Esa pregunta tiene dos posibles respuestas. La primera, se podría suponer que el posicionamiento electoral de Fernández de cara a las elecciones del 19 de mayo, sigue siendo una preocupación para el PRM y para la reelección de Abinader, a pesar de que el PLD tiene el segundo lugar.

La segunda respuesta a los ataques virulentos que recibe Fernández, se podría encontrar en la campaña que han puesto en agenda entidades empresariales, de la sociedad civil y figuras “independientes”, de que hay una “imperiosa necesidad” de unificar las elecciones de febrero y mayo.

Hacer eso implica una reforma constitucional que de segura traerá otros temas como modificar el artículo 124 de la Constitución sobre la reelección presidencial. Convocar una reforma les conviene a dos actores políticos, al presidente Luis Abinader y a Danilo Medina. Abinader después del 19 de mayo quedará jubilado políticamente, y Danilo está en esa misma condición por un artículo transitorio de la Carta Magna.

Dado el contexto político, la única piedra en el zapato que tendría esa reforma se llama Leonel Fernández. Eso explica que en las elecciones de mayo no se trata solo de ganarle, sino de disminuirlo a cenizas porque la “tradición no es la adoración de las cenizas sino la preservación del fuego”.

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