Janel Andrés Ramírez Sánchez, presidente de la Cámara de Cuentas
Janel Andrés Ramírez Sánchez, presidente de la Cámara de Cuentas

El mal manejo del presidente de la Cámara de Cuentas, Janel Ramírez, primero bajo investigación por supuesto acoso sexual y laboral, y luego fue a varios medios a denunciar que se sentía “preso de confianza” del pleno del organismo y dijo: “Tengo que hacer lo que diga el pleno aunque esté en contra de la ley”. Entre las tantas cosas que ha dicho en los medios de comunicación, figuran que de haber sabido con anterioridad la situación, no se hubiera “metido en eso”.

Las carencias de ese funcionario para desempeñar una responsabilidad del tamaño de la presidencia de la Cámara de Cuentas, son más que evidentes y es menos complicado para el Senado de la República admitir que se equivocó en su elección. En lugar de someter a todos a juicio político. No hay que darle tantas vueltas a un asunto que resulta más que evidente.

Lo que habría que ver es si los senadores tomarán el camino de poner a pagar a justos por pecadores, que ha sido el objetivo del presidente de la Cámara de Cuentas, que al saberse fracasado apostó por arruinar todo el organismo.

Las tres mujeres parece que recorren su propio camino. El titular Mario Fernández, se ha colocado del lado del presidente del órgano, que de lejos se puede constatar que no ha estado a la altura del cargo que tiene bajo su responsabilidad.

La propia votación en la comisión especial de la Cámara de Diputados, nueve de los 17 integrantes, votaron en contra de un juicio político a todos los miembros, es una señal de que no hay un consenso de que un juicio político a todos los miembros sea el camino correcto para resolver los problemas de gobernabilidad que han caracterizado la gestión de la actual Cámara de Cuentas, presentada con anuncios rimbombantes de independencia como sinónimo de correcto ejercicio de la función pública.

Someterlos a todos a juicio político y posible destitución en medio de una campaña electoral y a menos de un año de las elecciones presidenciales y congresuales, seguro contaminará ese ejercicio y la elección de los nuevos integrantes podría convertirse en una medicina peor que la enfermedad. Parece que ese órgano sigue con el fucú.

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