Aneudy De León M.
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Abogado, consultor, estratega y dirigente político
La afirmación indiscutible de contundencia electoral. – El Partido Republicano ganó los 3 niveles de elección, pero si bien es un gran “come-back victory” no refleja más que un “swing political movement” al que nos tiene acostumbrado el sistema político estadounidense, sobre todo cuando el elemento económico y geopolítico están mucho en juego como pasó en estas elecciones de 2024. Esto así porque, aunque parezca “asombrosa” la victoria de Donald Trump, lo mismo pasó en el 2020, donde los demócratas retuvieron la Cámara de Representantes y el Senado. En aquella elección de 2020, los demócratas a la cabeza con el presidente Joseph R. Biden Jr. (a) ‘Joe Biden’, actual incumbente de la Casa Blanca, lograron 306 votos electorales frente 232 de Donald Trump y los Republicanos que buscaban la reelección, siendo Trump la primera vez que un presidente en ejercicio y partido en el poder pierden la reelección desde que el republicano George Bush Sr., perdió frente al demócrata Bill Clinton en el 1992, y además siendo Donald Trump el primer presidente en ejercicio buscando la reelección que perdía la presidencia, el control del Senado y la Cámara de Representantes en la misma elección. Es una especie de patrón que sigue la política norteamericana.
De esta manera, el hoy presidente electo y el partido Republicano, en las elecciones de 2020, perdieron aquellas elecciones con un margen de +4.5% en voto popular y una diferencia de 7 millones de votos. Hoy, se repite una historia similar a la inversa, aunque no tan contundente como lo fue el margen de victoria conseguido por Biden frente a Trump en el 2020. En el presente caso, el presidente Donald Trump con la victoria en el estado clave de Wisconsin aseguró la noche de la elección unos 277 votos electorales, pero las estimaciones, de acuerdo con el modelo de estimación del diario “The New York Times” y otras fuentes, oscilan en que Trump podría obtener esta vez entre 286 y 312 votos electorales, frente a una estimación de 226-252 de votos electorales para la vicepresidenta Kamala Harris. En el caso actual, la diferencia interpartidaria se situaría en aproximadamente 5 millones de votantes en el voto popular.
En efecto, estos modelos de predicción proyectan para esta elección de 2024 una abstención electoral de alrededor de 20 millones menos respecto a los votantes que concurrieron en el 2020, a pesar de que dicha contienda se vio afectada por el Covid-19. ¿Qué pasó con esos votantes? La respuesta a esta interrogante debe llamar la atención de los activistas y el liderazgo del Partido Demócrata, porque podría estar indicando pérdida de afiliación e influencia política en las minorías de este partido, algo considerado una fortaleza electoral en los demócratas, probablemente en las últimas cuatro elecciones de los Estados Unidos, es especial, desde que Barack Obama ganó la presidencia en el año 2008.
De modo que, en términos comparativos electorales, en el escenario más halagüeño para los republicanos superarían a penas con 3 votos electorales el tope obtenido por los demócratas en las pasadas elecciones. En conclusión, en términos estadísticos, esto sitúa ambas elecciones prácticamente idénticas en términos de contundencia electoral. Más allá del fanatismo electoral de ambos bandos, estos son análisis fríos basados en ciencia.
Lo más interesante y políticamente impactante de los resultados de las elecciones EE. UU. – Lo que sí puedo destacar de esta elección es la resiliencia excepcional del ahora presidente electo Donald J. Trump y su bestial capacidad política, quién a pesar de que las predicciones le daban favorito pudo sortear numerosas variables desfavorables que atentaban con ese pronóstico a su favor, como es el caso de la convicción judicial —Hush Money case— que pesa en su contra, los errores de su campaña hacia el voto latino, su retórica agresiva anti-migratoria y aislacionista en términos geopolíticos, entre otras. A estos elementos, y en mi particular punto de vista, añado 2 aspectos que, a mi juicio, serán históricamente icónicos, a saber:
1ro)- La contundente victoria de Trump la hace más especial al ganarle por segunda ocasión a una mujer. Lo hizo en el 2016 contra Hillary Clinton. Lo que no solo es un hito histórico difícil de repetir dialécticamente en política, sino también que señala de manera muy clara e inequívoca que EE. UU. no está aún preparado, como país, primera potencia o nación del mundo, para ser gobernado por una mujer presidenta;
2do)- En realidad, Donald Trump no le ha ganado a una Vicepresidenta en funciones que salió apenas hace 4 meses a competir por la nominación presidencial por el Partido Demócrata a raíz de la repentina renuncia del presidente Joe Biden a continuar su carrera hacia la reelección debido a la estrepitosa caída que tuvo a raíz del primer debate presidencial que este escenificó, sino que le ganó y disputó el liderazgo nada más y nada menos que a dos presidentes juntos, uno que ya lo fue y otro en funciones actuales, los cuales no escatimaron esfuerzos y apoyos para convertir a Kamala Harris en la Primera Mujer Presidenta de los Estados Unidos y con ello vencer a Trump bajo la premisa de promover un liderazgo joven, nuevo y con ello, el relevo generacional en la política estadounidense.
Impacto presente y futuro de estas elecciones de EE. UU.
La enseñanza que dejan estas elecciones a partir de los resultados y sus efectos —ya subieron las bolsas de valores del dólar frente a otras divisas internacionales competidoras, las crypto monedas, en especial el bitcoin y otros mercados alternativos, al tiempo que bajó la cotización del oro (que solo sube en tiempos de turbulencias económicas) así como importantes bajas de otros índices en Europa y Asia— es que, contrario a todo lo difundido durante la campaña electoral, los actores económicos ‘esperaban y deseaban’ una victoria republicana, porque han cifrado sus esperanzas de un reseteo económico mundial con las medidas prometidas del presidente Trump y en ellas una oportunidad estratégica para mejorar sus rendimientos, y obviamente los ciudadanos estadounidenses también lo deseaban en clara mayoría a pesar de la “polarización” y “margen estrecho” de favorabilidad reflejados por todas las encuestas, lo que pone a su próxima administración bajo peso y escrutinio moral, político y expectativas muy fuertes, amplias y compromisorias de cambiar el esquema actual de la economía norteamericana.
de este partido, algo considerado una fortaleza electoral en los demócratas, probablemente en las
últimas cuatro elecciones de los Estados Unidos, es especial, desde que Barack Obama ganó la
presidencia en el año 2008.
De modo que, en términos comparativos electorales, en el escenario más halagüeño para los republicanos superarían a penas con 3 votos electorales el tope obtenido por los demócratas en las pasadas elecciones. En conclusión, en términos estadísticos, esto sitúa ambas elecciones prácticamente idénticas en términos de contundencia electoral. Más allá del fanatismo electoral de ambos bandos, estos son análisis fríos basados en ciencia.
Lo más interesante y políticamente impactante de los resultados de las elecciones EE. UU.
Lo que sí puedo destacar de esta elección es la resiliencia excepcional del ahora presidente electo Donald J. Trump y su bestial capacidad política, quién a pesar de que las predicciones le daban favorito pudo sortear numerosas variables desfavorables que atentaban con ese pronóstico a su favor, como es el caso de la convicción judicial —Hush Money case— que pesa en su contra, los errores de su campaña hacia el voto latino, su retórica agresiva anti- migratoria y aislacionista en términos geopolíticos, entre otras. A estos elementos, y en mi particular punto de vista, añado 2 aspectos que, a mi juicio, serán históricamente icónicos, a saber:
1ro)- La contundente victoria de Trump la hace más especial al ganarle por segunda ocasión a una mujer. Lo hizo en el 2016 contra Hillary Clinton. Lo que no solo es un hito histórico difícil de repetir dialécticamente en política, sino también que señala de manera muy clara e inequívoca que EE. UU. no está aún preparado, como país, primera potencia o nación del mundo, para ser gobernado por una mujer presidenta;
2do)- En realidad, Donald Trump no le ha ganado a una Vicepresidenta en funciones que salió apenas hace 4 meses a competir por la nominación presidencial por el Partido Demócrata a raíz de la repentina renuncia del presidente Joe Biden a continuar su carrera hacia la reelección debido a la estrepitosa caída que tuvo a raíz del primer debate presidencial que este escenificó, sino que le ganó y disputó el liderazgo nada más y nada menos que a dos presidentes juntos, uno que ya lo fue y otro en funciones actuales, los cuales no escatimaron esfuerzos y apoyos para convertir a Kamala Harris en la Primera Mujer Presidenta de los Estados Unidos y con ello vencer a Trump bajo la premisa de promover un liderazgo joven, nuevo y con ello, el relevo generacional en la política estadounidense.
Impacto presente y futuro de estas elecciones de EE. UU.
La enseñanza que dejan estas elecciones a partir de los resultados y sus efectos —ya subieron las bolsas de valores del dólar frente a otras divisas internacionales competidoras, las crypto monedas, en especial el bitcoin y otros mercados alternativos, al tiempo que bajó la cotización del oro (que solo sube en tiempos de turbulencias económicas) así como importantes bajas de otros índices en Europa y Asia— es que, contrario a todo lo difundido durante la campaña electoral, los actores económicos ‘esperaban y deseaban’ una victoria republicana, porque han cifrado sus esperanzas de un reseteo económico
mundial con las medidas prometidas del presidente Trump y en ellas una oportunidad estratégica para mejorar sus rendimientos, y obviamente los ciudadanos estadounidenses también lo deseaban en clara mayoría a pesar de la “polarización” y “margen estrecho” de favorabilidad reflejados por todas las encuestas, lo que pone a su próxima administración bajo peso y escrutinio moral, político y expectativas muy fuertes, amplias y compromisorias de cambiar el esquema actual de la economía norteamericana.
De modo que todo esto será un gran desafío para la nueva Administración Trump, planteando un escenario incómodo y quizás unidimensional de que enfrentar esto podría ser la variable futura para retener esa popularidad de depender de lo que pueda hacer realidad o cumplir de sus promesas de campaña, y cómo ellas impacten el Pueblo estadounidense y el mundo.
Todo lo anteriormente analizado pone también “en jaque” al Partido Republicano —al margen de la inminente reinvención de los demócratas—, de cara al futuro para retener la Casa Blanca más allá del año 2028 y anticipar y preparar un relevo del liderazgo presidencial ante “la promesa” del presidente electo Donald Trump de que solo gobernará durante estos próximos cuatro años y nada más, lo cual no solo será una decisión propia, sino también una eventual decisión obligada por la edad avanzada del presidente electo (tendrá 82 al terminar su mandato) y eventual incapacidad física, emocional y mental para seguir su mandato más allá de su término, independientemente de las limitaciones constitucionales que esta decisión pueda implicar.
Lo preocupante de todo esto es que, el presidente Donald Trump y su equipo muy bien entrenado, saben que recurrieron a una retórica ‘cuasi-populista’ que, en poco tiempo, podría costarle la popularidad obtenida en estas elecciones cuando los hechos y las circunstancias sistémicas impidan lograr lo prometido.
Ojalá, por el bien de los EE.UU., y el mundo, que el recién electo presidente pueda sortear estos desafíos, incluyendo los geopolíticos tales como: a) resolver la guerra en Ucrania, b) promover la paz en medio Oriente, c) mejorar el posicionamiento económico de Estados Unidos en la balanza comercial frente a China y hacerlo estratégicamente sin fricciones y, d) evitar un aislacionismo frente a la Unión Europea y Latinoamérica, que debilite el liderazgo estadounidense mundial, su influencia cultural y económica en la arena internacional y tener que exponerse solo sin aliados fieles y estratégicos, a los riesgos geopolíticos del terrorismo, el avance tecnológico, económico y militar de otras potencias competidoras actuales y otras amenazas que puedan surgir en el futuro cercano.
Esta es mi lectura politológica y geopolítica, más o menos resumida, de los resultados de las elecciones de este 05 de noviembre, 2024, que ha parido el Presidente #47 de los Estados Unidos de Norteamérica. Espero no convertirme en oráculo, sino para lo positivo que pueda salir a partir de hoy. – #AnDL – 06/11/24. –
FUENTES:
- MAP OF THE ELECTIONS 2024 (Donald Trump) – https://www.nytimes.com/interactive/2024/11/05/us/elections/results-president.html;
- MAP OF THE ELECTIONS 2020 (Joe Biden) – https://www.cbsnews.com/news/revisit-2020-election-results-maps/;
- FORECAST OF THE OUTCOME – THE NEW YORK TIMES – https://www.nytimes.com/interactive/2024/11/05/us/elections/results-president.html;
** El autor es jurista, analista y dirigente político. Especializado en Derecho Internacional, Regulación Económica y Responsabilidad Civil (Universidad Pantheon-Assas, Paris II). Abogado litigante, estratega de negocios y consultor empresarial. Ha realizado diplomados superiores en Ciencias Políticas y especialidad en Relaciones Internacionales (FLACSO), así como cursos de Gerencia Política (George Washington University). Actual maestrando de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la UASD (2023-2025). –