Del nuestro, siempre se ha dicho que es un pueblo que con el mismo sentimiento, canta sus penas y sus alegrías.

Los dominicanos celebramos todo. Lo compartimos todo.

Hacemos chanza de todo. Le buscamos en lado gracioso a todas las situaciones.

Cualquier situación es motivo para juntarse.

Sabemos de todo. Nos apasionan temas como la política y el deporte, en especial, por supuesto, el béisbol.

Es común encontrarse con un analista político o un experto en economía en cualquier esquina de un barrio popular, parado en la puerta de algún colmadón o tras el volante de un carro de concho.

Amamos las fiestas, tanto, que celebramos no tener nada que celebrar.

Nuestra música es tan alegre como lo es nuestra gente.

En su mayoría este es un pueblo creyente, que alaba a Dios, sigue a Jesucristo, pero no esconde su devoción por la virgen, que por no tener, tiene dos: la de La Altagracia y la de Las Mercedes.

Por momentos y más que nada por razones políticas nos hemos radicalizado, nos hemos atrincherado en “bandos” contrarios, pero al final nos hemos entendido.

En el béisbol, enarbolamos la bandera de nuestro equipo, gozamos y sufrimos la derrota y el triunfo, y a más de uno,
Cupido le ha hecho una mala jugada, lo que nos ha enseñado a amar a algún “rival”.

Podemos discutir de política y deporte, pero a través del tiempo hemos demostrado que son más las razones que nos unen que aquellas que nos dividen.

El dolor y el patriotismo, para solo citar dos sentimientos, nos convierten en uno solo.

Muchas muestras tenemos para afirmar lo que decimos, pero para no irnos muy lejos, recordemos la reciente pérdida del legendario dominicano Johnny Ventura, quien incidió en diversos aspectos de la vida en República Dominicana.

El dolor de su muerte física nos golpeó a todos. El sufrimiento y la tristeza se vivió de punta a punta.

Así mismo, cada vez que un dominicano participa en una competencia internacional artística o deportiva, como Tokio 2020, sentimos que somos nosotros mismos quienes competimos.

Somos los brazos que elevan las pesas, todas somos Reinas del Caribe, somos las piernas de Marileidy, de Luguelin y en su momento, de Félix Sánchez.

Pues al final y antes de todo, somos dominicanos.

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