Conforme avanza y se moderniza la sociedad, así lo hace la delincuencia. Los delitos que se cometen hoy día o bien se distinguen de los de antaño en el modus operandi o bien lo hacen en el objeto perseguido a través del crimen.

En República Dominicana, cuya economía se basa en el consumo masivo de bienes, los espacios privados y públicos se han llenado de objetos de valor. La constante necesidad de reconocimiento social hace que las personas requieran de automóviles o aparatos electrónicos que colaboran a definir o, al menos aparentar, un determinado estatus. Todo lo cual contribuye a la expansión de la delincuencia que se interesa en ese tipo de bienes.

La inmensa mayoría de las residencias se llenan de objetos valiosos (televisores, equipos de sonido, neveras, aires acondicionados, et.) mientras permanecen, la mayor parte del día sin sus habitantes quienes se encuentran en sus respectivos trabajos u ocupaciones lejos del hogar.

Los espacios públicos se ven, cada vez más, llenos en horas del día o de la noche, de vehículos particulares que no disponen de áreas de parqueo privadas y vigiladas. Vehículos que son apetecibles a la delincuencia no solamente por el valor que este tipo de bienes encierran en sí mismo, sino porque ellos se han convertido en almacén de bienes de gran valor (computadoras, teléfonos inteligentes, etc)

Muchos de estos hechos no son denunciados atendiendo a una serie de múltiples factores y a la autoridad solamente se acude en situaciones extremas. En tanto no se producen tales condiciones extraordinarias, el sistema de justicia penal es mantenido al margen de los conflictos y, por tal razón, no participa de ellos.

En adición a esto las autoridades estatales, que procuran evitar la expansión de la delincuencia común en los espacios tradicionales (públicos y privados) se añaden los hechos delictivos que acontecen en espacios considerados como mixtos, en tanto son propiedades privadas o públicas destinadas al uso público o semipúblico; tales como centros comerciales, supermercados, parques de diversión, teatros, cines, etc, que promueven el consumo de bienes y servicios entre la población.

Cualquier plan tendente a mejorar la seguridad deberá tomar en cuenta los distintos espacios que pretenden mantenerse seguros. Si no se toma se considera este aspecto cualquier estrategia podría ser banal o, simplemente, no dará el resultado deseado.

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