Poco a poco los espacios públicos de la capital y de las principales provincias del país han sido tomados y convertidos mercados, sin que las autoridades municipales ni el Gobierno les ponga un freno a los ocupantes, transformándolos prácticamente en vertederos.
En el caso de los parques y las aceras de las principales vías, los transeúntes no encuentran siquiera por donde caminar. Tiendas fijas y móviles, paradas de motoristas y carros del concho, vendedores de frutas, legumbres y otros han tomado estos espacios públicos, echando por la borda la cuantiosa inversión oficial para la recreación de los ciudadanos.

Es tiempo de que las autoridades comiencen a poner en orden las cosas y disponga la limpieza de esos espacios, incluyendo los puentes peatonales, las plazas comerciales y otros puntos que forman parte del ornato y el esplendor de las ciudades afectadas.

Los síndicos, directores municipales, las fuerzas policiales y militares, Interior y Policía y otras instituciones oficiales, deberían iniciar jornadas de concienciación para que el país recobre sus atractivos históricos y, con ello, interesar más al turista.

Como ciudad Primada de América, la capital dominicana cuenta con un gran capital turístico que debe aprovechar para elevar esta actividad que genera divisas y fortalece la economía de la nación.

No se puede vender a buen precio lo que está sucio y deteriorado, menos aún, promoverlo con ese menester, para alcanzar este objetivo. Por eso, la creación de una estructura con recursos y poder de acción podría ser la solución a este problema que parece simple, pero realmente afecta la imagen del país.

Los espacios levantados para la recreación y el ocio de los ciudadanos deben ser respetados y sancionado todo aquel que los ocupe. Duele ver cómo lugares hermosos, erigidos con el más sano de los propósitos, son tomados sin rubor, por personas que no entienden su valor, afectando la imagen de todos. Ojalá se escuche este clamor.

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