Francis Fukuyama, autor del fin de la historia, lo plantea pensando que la caída del Muro de Berlín en 1989, significaba la desaparición de las ideologías. Para Fukuyama esta situación daría paso a la existencia de una única ideología representada en la llamada democracia liberal y como tal tendría el dominio de la actividad económica en la sociedad y el control político de los estados.

La dialéctica y dinámica social no se detuvo, veinticinco años (25) después obligaron al autor del fin de la historia a retractarse de lo que había dicho; pero aun dándose cuenta de su error se empecina en plantear y sostener que no existe ninguna otra forma de organización política superior o por encima de la democracia liberal.

Los cambios de hoy en la geopolítica mundial así lo confirman con la presencia Rusia y China, a los que América Latina no escapa, sobre todo en el ámbito comercial y militar. Es esta realidad desde finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI la que nos dice que la humanidad avanza hacia la existencia de un mundo globalizado.

Pienso que al igual que al autor del fin de la historia, los que hoy ante el auge y alcance del internet presagian el fin del libro impreso y de su reemplazo por el libro virtual también tendrán que desdecirse. A los que así piensan se le olvida que la aparición de la escritura y la invención de la imprenta marcaron un ante y un después en el desarrollo de la humanidad, haciendo posible que se conozca la cultura universal.

La impresión del libro gracias a ese maravilloso invento, Gutenberg suscitó una controversia entre los defensores de la oralidad, entre ellos Sócrates que vieron en la palabra impresa un retroceso y llegaron a satanizarlo y del otro lado los que defendieron el libro como instrumento idóneo para promover y dar a conocer la interculturalidad del mundo. También a quienes se opusieron al libro se les olvidó que fue a través de este medio que se conoció de su existencia.

He querido hacer este recuento histórico y enlazarlo con Páginas Revueltas de Rubén Jiménez Bichara, por el momento en que nace, dada la crisis de lectura de muchos de nuestros países, muy especialmente en el caso de la República Dominicana. El autor con su obra nos recuerda la importancia del libro impreso, de lo agradable y gratificante de una buena lectura y de su contribución en el desarrollo del intelecto y del acervo cultural de los pueblos.

Páginas Revueltas no solo es provocación, evocación como dice su prologuista, es algo más. También es una invitación dirigida a nóveles y consabidos amantes de la buena lectura a seguir hurgando en el pensamiento de los grandes escritores citados por el autor y de otros que con sus obras contribuyeron al desarrollo de la literatura universal.

El resumen argumental de que hace gala el autor de Páginas Revueltas es el resultado de una especie de sinergia entre su pensamiento y su perspectiva de ver la vida, ha generado como diríamos en el lenguaje de los economistas un beneficio marginal, es decir, un valor agregado que trasciende a lo esperado. Así como su autor no pudo resistirse a la materia onírica de la literatura que convoca la escritura, él sin proponérselo hace que el lector navegue en medio de una fantasía que lo lleva a mezclar su imaginación con la realidad.

Páginas Revueltas es una de esas casualidades de la historia. Nace en momentos en que el Ministerio de Educación (MINERD) impulsa una Cruzada Nacional por la Lectura con el propósito de incentivar y promover la lectura en las escuelas dominicanas.

En este sentido pienso que sería de mucha utilidad la incorporación de Páginas Revueltas a esta Cruzada que, por demás, vendría a contribuir en la universalización de la cultura.
En esta cruzada por la lectura además de la obra de Rubén Jiménez Bichara es necesario que les facilitemos otras obras de grandes autores a los estudiantes que integran las distintas modalidades y grados de la educación pública dominicana.

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