El periodismo, que ganó fama cuando fue bautizado como “El cuarto Poder del Estado”, no puede perder su principal rol: La objetividad.

Tengo amigos que me “aconsejan” que no insista en escribir sobre el periodismo que se ejerce en República Dominicana “porque por más que escribas de ese tema, menos positivos resultados obtendrás”. Es su planteamiento.

Pero, -como lo subrayo en la primera entrega de este trabajo y sin acudir al sesgo- el ejercicio del periodismo vive una etapa decisoria.

Y la podríamos dividir en dos: 1) El periodista que ejerce el oficio para satisfacer poderosos intereses y ser beneficiario económicamente, y 2) el periodista que trabaja de acuerdo con los principios, ética y alta pulcritud.

El criterio que tengo respecto al ejercicio del periodismo, el cual está bien certificado en varios de mis libros, encuentra solidaridad.

Concuerda, -quizás por una de esas positivas circunstancias, inesperadas, desde luego- con una ajustada opinión externada por el reputado periodista Aníbal de Castro, que fue mi director cuando él desempeñaba ese cargo en el desaparecido periódico vespertino Última Hora.

Entrevistado por el colega Héctor Herrera Cabral, De Castro expuso: “En República Dominicana tenemos un clima de libertades más que satisfactorio. Sin embargo, yo creo que el peligro que corremos los periodistas dominicanos es la complacencia. Hemos perdido el sentido crítico, y yo creo que debemos recuperarlo, y el que mantenemos debemos fortalecerlo. Debemos insistir más en la comprobación de los hechos, o sea, de los datos, de las informaciones que se suministran, no aceptarlas como verdades de por sí”. Con lo que precisa Aníbal de Castro, a quien en mi más reciente obra encasillo en la lista donde están asentados los más celebrados periodistas dominicanos, se solidifica la consideración que sostengo -y que no varío ni un ápice- respecto a la cuestionada actitud que olímpicamente dejan ver, con vergüenza ajena, los periodistas violadores de los más puros preceptos del periodismo profesional.

Octavio Paz, ensayista y poeta mexicano (Premio Nobel de Literatura 1990), tuvo la siguiente reflexión sobre el ejercicio del periodismo: “El periodista vive en el instante, entre un pasado que se disipa y un futuro que se insinúa”.

Cito también al catedrático Omar Raúl Martínez, de la Fundación Manuel Buendía de México. Él formula estas preguntas: ¿Qué es la vocación en el ejercicio del periodismo? ¿Se puede confundir con una militancia política? ¿Es algo que se descubre o que alguien nos descubre?

Síntesis: el periodismo dominicano, si está dormido, debe -con suma urgencia- despertar y transitar por los mejores caminos.

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