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¿Cómo podríamos calificar a un periodista que en pleno ejercicio de su trabajo cometa violaciones a las elementales normativas de su profesión?

Ofrecer una respuesta a la pregunta es sencilla y sin andar con rodeos: Un periodista que no cumpla con su deber profesional (escribir siempre la verdad, accionar con pulcritud y apegado a los principios y ética, sin nunca vender su pluma) entra en el renglón donde figuran los sinvergüenza que pululan en los medios de comunicación.

En República Dominicana esa clase de periodistas (¿?) los tenemos por montones.

Es el tipo de periodistas, que en estos tiempos también tienen el bautismo de “comunicadores”, actúan solo atendiendo a intereses mercuriales…¡Ejercen solo por la paga ilegal y que abraza la corrupción!
Tengo que reiterar una de mis frases favoritas, que figura en uno de mis libros: “El periodismo es para decir y escribir la verdad, no para ocultarla”.

Tom Hanks, ganador de dos estatuillas de los Premios Oscar otorgados por la Academia de Cine en Estados Unidos, en un discurso pronunciado ante 300 estudiantes graduados en la famosa universidad de Harvard, proclamó: “Decir la verdad ya no es el punto de referencia para el servicio público. Ya no es el bálsamo para nuestros miedos, o la guía para nuestras acciones. La verdad ahora se considera maleable”.

Lo expuesto por el famoso actor estadounidense debe servir de “termómetro” para el pleno ejercicio de un periodismo puro, limpio, llano y adherido siempre a la objetividad.

¡Sin objetividad y decencia comunicacional el periodismo no sirve para nada!

Con un periodismo límpido, impoluto y cabal, la verdad siempre saldrá a flote.

Los aspirantes a periodistas deben emular a quienes trabajan este oficio fundamentado en los más altos principios y, desde luego, sin nunca ejercerlo con actitudes de sesgo.

Porque el sesgo es tan peligroso como la violación a las mismas normas profesionales del oficio.

De otro lado, y creo que este aspecto es de suma importancia, el escepticismo que en ocasiones se filtra en el ejercicio de nuestra profesión, no debe primar sobre el optimismo y el trabajo que va acorde con los postulados y códigos éticos.

La insolencia -que a veces corroe algunas mentes negativas- tiene que ser derrotada por el periodismo profesional que se suma a la objetividad.

Debemos abogar por el ejercicio de un periodismo responsable, objetivo y al servicio de una sociedad que lo necesita con ¡suma urgencia!

Pero también, el periodismo tiene que ser un firme aliado de la democracia que impera en República dominicana.

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