La comprensible algarabía y atención pública al apresamiento y medidas de coerción dictadas contra los acusados de crear una red para apropiarse de recursos de entidades militares, y los temas relacionados con el covid-19, han opacado hechos de gran trascendencia e importancia para la agenda del país.
Me refiero al acuerdo firmado por el Ministerio de Medio Ambiente (Mimarena) con el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) para realizar los “Mapas de la Esperanza”; que identificarán las áreas en las que la protección, la gestión sostenible y la restauración de la naturaleza producirían mayores beneficios para el país.

Se localizarán lugares donde la gestión sostenible puede permitirnos cumplir con las prioridades definidas en torno a la biodiversidad, la mitigación del cambio climático y el desarrollo sostenible.

Conectado con esto está la celebración en el país de la “Semana del Clima de América Latina y el Caribe”, con el titular de Mimarena, Orlando Jorge Mera, como anfitrión. Este encuentro reúne al liderazgo regional (público y privado) para analizar la marcha de las acciones para actuar ante el cambio climático, los esfuerzos regionales para cumplir las metas del Acuerdo de París, sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por segunda vez en pocas semanas, en la citada reunión y en otra celebrada en abril en Washington (en el COP-26 Iberoamérica Earth Summit), el ministro Jorge Mera confirma el compromiso del Gobierno con la acción climática y las transformaciones sistémicas necesarias para reorientar nuestra economía hacia la neutralidad de carbono, acorde con los objetivos del Acuerdo de París, del cual somos signatarios.

En Washington, el titular de Mimarena explicó que República Dominicana aspira a “alejarse de un modelo económico tradicional y en construirse un nuevo modelo poscovid”, invirtiendo en: diversificación de la matriz energética para introducir 1 GW de energía renovable no convencional; introducir la movilidad sostenible en áreas urbanas; promover la economía circular, aprovechando la promulgación de la Ley de Residuos Sólidos en octubre de 2020 y poniendo en marcha un plan integral para la gestión de residuos a nivel nacional; en el desarrollo de nuevas áreas para turismo sostenible, y en una revolución digital, y una bioeconomía y soluciones basadas en la naturaleza.

Es un proyecto ambicioso, pero posible y necesario, porque como ha planteado el funcionario “el cambio climático no reconoce fronteras”, y es necesario preservar el equilibrio ecológico, porque el cambio climático afectará a nuestro país “en mayor proporción e intensidad debido a nuestra condición” de pequeño territorio insular.

Jorge Mera tiene razón al señalar que vivimos en la región que emite la menor proporción (el 8 %) de los gases de efecto invernadero que dañan la capa que protege el planeta, pero somos la más vulnerable al cambio climático, en particular el Caribe.

República Dominicana, ha informado Mimarena, presentó su compromiso para la reducción de los gases de carbono en el marco del Acuerdo de París. El objetivo, consensuado con todos los sectores, es la reducción del 27 % de la emisión de gases de efecto invernadero para el año 2030.

Este tema no ocupa una posición relevante en la agenda dominicana, en general. Pero el cambio climático es una realidad que avanza todos los días. Si no actuamos, puede incluso borrar la isla que conocemos hoy. Serán muy afectados sectores económicos estratégicos: turismo y agricultura. Llamo la atención, porque tenemos el compromiso de entregar a nuestros hijos y nietos un país moral y ecológicamente sano.

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