A finales del año pasado, con el apoyo de la ley de cine y el patrocinio de nuestro canal Señales TV, estrenamos en los cines un documental titulado “Presidentes dominicanos en la historia (1844-1966)”, en el que hicimos un recorrido visual y analítico de los 47 presidentes que tuvimos en los primeros 122 años de vida republicana.
Uno de los grandes hallazgos de ese documental fue el hecho de que República Dominicana tuvo un presidente que era totalmente analfabeto, que no sabía leer ni escribir. Eso parece increíble, pero es cierto. Ese presidente fue el general Gaspar Polanco, quien gobernó la República Dominicana por un corto período de tan solo tres meses, desde el 15 de octubre de 1864 al 24 de enero de 1865. Nunca fue a la escuela y nunca aprendió ni a leer ni a escribir.

Desde muy joven se destacó por su intrepidez, su bravura, su conocimiento profundo de los terrenos, su carácter firme, decidido, impetuoso y de gran valor. Fue un destacado líder del movimiento restaurador de la República en 1863, hasta el punto que el profesor Juan Bosch y otros historiadores lo catalogan como “la figura más destacada de la Restauración”.

Por esas ironías de la historia, cuando se produce la anexión a España en 1861, Gaspar Polanco era un militar destacado del ejército dominicano y apoyaba la anexión. Incluso desarrolló una persecución en contra de los primeros movimientos rebeldes que protestaron contra esa acción antipatriótica. Pero a los pocos días de producirse el Grito de Capotillo, el 16 de agosto de 1863, se sumó al movimiento restaurador.

Debido a su fiereza en el combate, su inteligencia natural y su capacidad para combatir las tropas españolas, en poco tiempo se convirtió en la principal figura militar de las tropas dominicanas. Alcanzó una dimensión de leyenda cuando el 6 de septiembre de 1863 dirigió el cerco, toma e incendió de la ciudad de Santiago, provocándole una gran derrota al ejército invasor español.

Todos los historiadores definen al general Gaspar Polanco como hombre de un temperamento “irascible, impetuoso y muy terco”. Esa forma de actuar, y su escasa preparación académica, lo llevó a cometer serios errores en su carrera política y militar, lo cual afectó de manera sensible su imagen ante la historia. El primero de esos errores fue propiciar un golpe de Estado en contra de Pepillo Salcedo, primer presidente del Gobierno restaurador, el 10 de octubre de 1864. Y el segundo, ordenar su fusilamiento, al dejarse llevar de inquinas y chismes de sus colaboradores, quienes decían que Pepillo estaba negociando con Buenaventura Báez su retorno al país y a la presidencia de la República.

Algunos investigadores y estudiosos de la historia dominicana, como es el caso del gran amigo Rafael Chaljub Mejía, afirman que ha habido por lo menos dos casos más de presidentes que eran iletrados. En un artículo publicado en el mes de diciembre del 2021, donde se refiere a los presidentes analfabetos, Chaljub Mejía afirma lo siguiente: “Además del general Polanco, hay que contar a Pedro Guillermo y también a Wenceslao Figuereo. El primero, un jíbaro violento y sanguinario del Este- y el segundo, azuano, que según el historiador don Rufino Martínez, “no conocía el ABC y aprendió a contar ayudado por un soldado usando cascajitos del río”.

El investigador Chaljub tiene razón cuando afirma que tanto Guillermo como Figuereo tenían serias limitaciones de formación educativa, pero no eran analfabetos completos, como es el caso de Gaspar Polanco. Ambos presidentes tuvieron algún nivel de conocimiento o fueron mínimamente instruidos. El propio Rufino Martínez confirma ese hecho en cuanto a Wenceslao Figuereo, cuando afirma que un soldado le enseñó a contar y, de seguro, también le dio lecciones sencillas de lectura y escritura.

Igual situación que con los presidentes Guillermo y Figuereo, acontecía con Pedro Santana, quien tenía sería limitaciones para escribir, al punto que hay documentos redactados por él que dan lástima por los tantos errores que contienen. Pero el general Santana tampoco era un analfabeto en sentido completo. De acuerdo a nuestra investigación, el único presidente dominicano que encaja de manera plena en la categoría de no saber leer ni escribir, es el general y héroe restaurador Gaspar Polanco.

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