El ilustre relacionista norteamericano Phillips Lesley era del criterio de que levantar una imagen caída es más difícil que estructurar 10 nuevas y esto aplica a las personas, las empresas, productos e instituciones.
República Dominicana que, en su momento, tuvo una imagen envidiable a los ojos del mundo, tanto por el valor de su gente como por sus riquezas naturales y vocación turística, ha tenido serias dificultades en los últimos años por marcados descuidos en el manejo de las políticas públicas y las pocas garantías jurídicas y sociales.

Ahora, con los estragos causados por la pandemia generada por el covid-19, y las incidencias políticas, la situación se ha tornado más grave, razón por la cual, las autoridades de turno tienen el compromiso de procurar recobrar lo perdido y generar nuevas estructuras para proyectar la imagen del país, fortalecer el turismo y aumentar la entrada de divisas.

Sin pérdida de tiempo, hay que dar los pasos necesarios para alcanzar este propósito, aún con las restricciones que impone la permanencia de la pandemia, porque el país debe continuar.

Los expertos comunicadores y relacionistas que sirven al Estado, con planes claros, precisos y lineales, que proyecten la imagen global del Gobierno Central y los demás poderes, proyectando las grandes bondades y la voluntad de cada dominicano, de tener un país cada vez mejor.

Nunca es tarde, este error del pasado se puede comenzar a corregir ahora, para mostrar al mundo que los dominicanos podemos y queremos hacerlo. Comenzar a pensar que la imagen del país tiene importancia real y que sus grandes valores deben ser exhibidos de la mejor manera.

El Gobierno, el sector privado, las organizaciones sin fines de lucro, las universidades y los gremios, deben ser parte de un gran proyecto en el cual la imagen del país se acomode en los mejores espacios y en la positiva valoración de las demás naciones. ¡Manos a la obra!

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