El hecho de que el nuevo presidente de los Estados Unidos Joe Biden haya decidido que su primera Orden Ejecutiva a firmar minutos después de juramentarse como presidente de esa gran nación, haya sido la orden de reincorporación de Estados Unidos al seno del Acuerdo de París que obliga a los países firmantes a reducir sus emisiones de gases que producen el calentamiento de nuestro planeta, principalmente dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), fruto de que actualmente Estados Unidos, por decisión y disposición del anterior presidente Donald Trump, es el único país que está fuera del Acuerdo, demuestra que Joe Biden, quien era vicepresidente de esa nación cuando Barak Obama firmó ese necesario Acuerdo Ambiental, está convencido de que los ya visibles efectos del calentamiento global, como altas temperaturas, sequías extremas, enfermedades y mayor cantidad de huracanes más poderosos, no son escenas de ciencia ficción para cine y televisión, sino que son una realidad que cada año amenaza más a nuestra sociedad.

lo más importante de esa decisión del nuevo presidente de esa nación, es que envía un claro mensaje a los demás países del mundo y de la región, pues lo que se hace en los Estados Unidos, especialmente a nivel presidencial como política ambiental, repercute a nivel mundial, pues esa gran nación ha sido, y ha de seguir siendo, un referente en el diseño y ejecución de políticas públicas que buscan la protección del medio ambiente para garantizar la salud y la calidad de vida de la gente, sobre todo en lo referente a la mitigación de los potenciales desastres naturales que pueden derivarse de las excesivas concentraciones de gases carbonosos que se han acumulado en nuestra atmósfera a partir del año 1950, y que ya han generado un incremento de 1.2 grados Celsius en la temperatura media anual global, pero que sigue ascendiendo el camino hacia 1.5 grados Celsius, y quizás hasta 2.0 grados Celsius, y esto último sería inmanejable para la salud del ser humano, para la flora, para la fauna, para la disponibilidad de agua para acueductos y canales de riego, y para la producción de alimentos de subsistencia.

Es innegable que el cambio climático ya está produciendo, y ha de seguir produciendo, cada vez más extensos fenómenos de El Niño, capaces de reducir significativamente la pluviometría en el Caribe y Centroamérica, y La Niña que reduce la pluviometría en el oeste de Norteamérica, y esas sequías meteorológicas, que derivan en sequías hidrológicas que pueden pasar a sequías agrícolas que luego alcanzan categoría de sequías económicas, son amenazas para cualquier sociedad, pero muy especialmente para un pequeño territorio insular que en 48,442 kilómetros cuadrados tiene que garantizar agua potable y alimentos para 10 millones de dominicanos, para 4 millones de inmigrantes que buscan en este territorio insular una oportunidad laboral que su país no les puede dar, y para 6 millones de turistas extranjeros que llegan a nuestras playas para disfrutar de un caluroso sol tropical que es capaz de calentar y ponerles a sudar cuando en sus países el invierno boreal deprime las temperaturas hasta -20 y -30 grados Celsius que un ser humano no puede soportar.

Por ello es importante destacar el hecho de que ayer domingo el presidente de la República Dominicana Luis Abinader haya decidido ir a supervisar personalmente los trabajos de construcción de la represa de Monte Grande, la que desde febrero del año 2014 se construye sobre el cauce del río Yaque del Sur, aguas arriba de Quita Coraza, entre las áridas provincias de Azua y Barahona, donde la pluviometría anual es inferior a los 600 milímetros por cada metro cuadrado, y que el mismo día también haya visitado el sitio de construcción de la represa de Guayubín, la que desde el pasado año 2020 se construye en la confluencia entre el río Guayubín y el río Yaguajai, en la comunidad de Sabaneta, provincia de Santiago Rodríguez, en una reseca Línea Noroeste donde la pluviometría anual es inferior a 500 milímetros por cada metro cuadrado, lo que evidencia que tanto el nuevo presidente dominicano, como el nuevo presidente de los Estados Unidos, están conscientes de las amenazas climáticas, meteorológicas, agrícolas y económicas que en nuestra región se derivan del cambio climático, y que en consecuencia es urgente invertir recursos económicos para construir represas que almacenen las lluvias torrenciales puntuales que se han de producir durante vaguadas y tormentas tropicales, para que nuestros países puedan hacer frente a largas e inevitables sequías que serán más duras cada día.

Y es que el presidente dominicano también está consciente, y así recién lo ha dicho públicamente, que las inversiones económicas que se hagan en esas represas, y en otras que desde hace décadas están en proyecto, como Las Placetas, Alto Yuna, y río Haina, se pueden recuperar en un plazo de 7 años, pues, tal y como lo hemos expuesto en múltiples artículos de prensa, y en cientos de participaciones en radio y en Tv, no hay ningún otro tipo de proyecto público que tenga una tasa interna de retorno tan alta, y en tan corto plazo, como las represas, a lo que debemos sumar los positivos impactos ambientales, agrícolas, energéticos y sociales, y la mitigación de negativos efectos del cambio climático.

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