Una de las características de la personalidad nacional, de nuestra forma de actuar en colectivo, como sociedad “organizada”, es dejar que los problemas “crezcan”, sin enfrentarlos medularmente y de raíz, quizás esperando una intervención divina de la “virgencita” y que las soluciones no requieran acciones de compromisos. Problemas, muchos trascendiendo gobiernos, sin poder pensar cuándo dejarán de ser obstáculos para la vida diaria. Vivimos con problemas que afectan a la sociedad y que han permanecido con nosotros por decenios, haciendo creer a generaciones que “la vida y la cosa son así”. Con ellos nacieron y les hace suponer que desde siempre han existido y probablemente no es así. En algún momento la vida fue mejor cuando esos obstáculos ni se imaginaban. El tránsito vehicular es una expresión de la manera como hemos llegado a ser, irrespetuosos de normas y de la ley, confiados en las inconsecuencias de esos actos temerarios y aceptamos que los encargados de esto y por lo que reciben salario, no hagan nada y dejen como herencia lo que no pudieron o no se atrevieron a solucionar. Dentro de ello merecen especial mención los conductores de motores, que actúan en franca violación hasta de las leyes naturales y gozan de particulares e irritantes privilegios y protección oficial, agudizando el problema. La presencia de millares de haitianos evidencia que el conjunto de funcionarios supuestos a controlar nuestra frontera y a aplicar lo que las leyes disponen acerca de nuestra nacionalidad, evidencia que no cumplen su rol. Esos migrantes clandestinos, tienen derechos que a los dominicanos no corresponden. “Nos pasarán la cuenta y tendremos que pagar”, como dice la canción de contenido social.Casi sin darnos cuenta, hemos dejado de exigir a los mismos que cada 4 años elegimos, que hagan medianamente aceptable, su trabajo. La educación oficial y su costo no van parejas. La calidad es ridículamente baja y se exhiben como logros, aspectos que en nada contribuyen a mejorar la calidad del dominicano del futuro, sino que ensamblamos el del mañana, sin esquema definido, “por lo que coja mi bon”, en alusión al juego infantil de bolas o bellugas. Solo me refiero a estos tres problemas, como ejemplos ilustrativos y Ud querido lector, añadirá los mil más que conoce y le afectan. Una idea brillante, que pertenece a Persio Maldonado, director del Nuevo Diario, y que yo inconsultamente me apropio de ella, es que el gobierno, más bien el presidente, instituya la formación de equipos de pensamiento, “think tanks”, término en inglés, para definir equipos buscadores de soluciones, libres de líneas políticas, de interés personal, ni ataduras oficiales. Como que “no vamo pa palte” como sociedad “libre”, paradójicamente llena de ataduras y siendo esclavos de la mediocridad que impone el desorden.

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