Expresidente Danilo Medina y el presidente Luis Abinader.
Expresidente Danilo Medina y el presidente Luis Abinader.

Se informó en estos días de un encuentro entre Danilo Medina y Luis Abinader, en un funeral en San Cristóbal. Ningún medio de comunicación ni participantes en las redes sociales creyeron que aquello era “casual”. Más bien supuso una oleada de especulaciones, las cuales tomaron más cuerpo cuando un juez cambió para favorecer las medidas de coerción al hermano de Danilo Medina.

Ese encuentro me hizo recordar las veces que José Francisco Peña Gómez se hizo acompañar por Manny Espinal y por mí para sostener “reuniones casuales” con dirigentes de izquierdas, sindicalistas,
empresarios y militares. Corría la década de los sesenta, y en especial, después del golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch y luego desde el proceso electoral impuesto en 1966 por las tropas interventoras norteamericanas.

Para esos años aún se realizaban los funerales en las casas de familias del difunto. El ataúd se colocaba en la sala o un saloncito apropiado, sobre tablas amarradas en forma diagonal o banquetas en los extremos y el centro del ataúd con grandes blocks de hielo para retardar la descomposición del difunto.

Los funerales iban acompañados de rezos y para caracterizarlos por “mujeres lloronas”, que por paga gritaban y les daban “ataques de nervios por amor al fallecido”. Chochueca era un “loco manso”, típico personaje que, junto a otros pocos, eran bien conocido en la ciudad capital.

Donde estaba presente Chochueca, y rondando el Macopenpén, había un velatorio. El primero se llevaba el blocks de hielo para vendérselo a los que vendían “frio frío”; hielo guayado con sirope de varios sabores de frambuesas, coco y otras frutas. La ropa del difunto se la entregaban al mismo Chochueca o al Macopenpén, otro “loco manso”.

Eran personajes de la época que distraían con su sola presencia. En ocasiones Manny y yo debíamos averiguar con ellos, en especial “Chochueca”, dónde había un velorio para darle el pésame a la familia y convidar a los que teníamos que “reunir casualmente”.

En estos tiempos los difuntos se llevaban a funerarias, pero las reuniones “casuales” se siguen haciendo en funerales. El encuentro en el funeral de San Cristóbal entre Abinader y Danilo fue tan “casual” como aquellos de finales de los años sesenta.

Solo que el tema del presidente Abinader y del expresidente Medina es porque ambos lo saben por sus propias encuestas y por lo que dice la gente en las calles y es que a Leonel no hay quien lo ataje. Ni con campaña sucia ni usando los recursos del Estado.

Ellos dos, al reunirse, dieron una señal de acercamiento, pero donde van a hacer los acuerdos es en el Congreso tocando la Constitución para habilitar a Danilo y bajar al 45% para ganar en primera vuelta.

Para llegar a formalizar un acuerdo de esa naturaleza, tendrán que atenerse a la reacción que desataría un hecho de esa naturaleza.

Abinader y Danilo parecen no entender que el pueblo dominicano está sacudido por múltiple crisis, siendo las más sensibles, por sus efectos, la económica (inflación, desempleo, inseguridad alimentaria) y alta tasa de crímenes y delitos.

Todo acompañado por una demostrada incapacidad de manejo del Estado. De lo que no hay dudas es que Leonel tiene las condiciones para gerenciar exitosamente la crisis y hacer del Estado un paraguas de todos, sin importar filiaciones.

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