Cuantas veces ostentamos orgullosamente el decir la verdad a otros, pero qué ofendidos nos sentimos cuando sucede de forma inversa, porque parecería que son los dueños absolutos de la verdad. Pero se lo hicimos a otros igual. Olvidamos la regla de oro del Señor Jesús en Mateo 7:7, haz a todos los hombres lo que te gustaría que los hombres hagan contigo. La verdad nunca ha sido un arma de defensa personal, Dios es nuestro defensor. No debe ser usada para degradar, destruir o desnudar a nadie. No apuntes con ella para derribar la moral o la imagen de ninguno. La verdad sin amor es pura agresividad. La verdad aplica de la mano del amor, el amor es su autor y su validador.

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