El liderazgo se mide más por los pasos que por las palabras, por eso, en ocasiones, el silencio puede tener mejor contenido que ellas… El Rey David tomaba el arpa con la misma facilidad que la onda, la vara o la espada. Era un estratega excepcional, podía ver un arma victoriosa en cualquier objeto que llegaba a sus manos. El arpa hizo emerger el profeta y adorador, la onda reveló al guerrero y protector, la vara le condujo a administrar las vidas y los territorios, y la espada a dominarse y dominar. ¡Urge un liderazgo íntegro, inspirador e intencional! Necesitamos líderes dominando sobre hábitos, carácter, instintos y visiones, que lideren su región pero primero su corazón, que pongan al enemigo a raya mientras ellos transitan en la línea de Dios. l

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