Dentro de la Navidad y su ambiente, época especialmente llamada a congregación y compañía, la soledad luce bastante odiosa. Pero siendo la realidad de muchas personas actualmente, no hay que satanizar la soledad sino aplicarle “dirección estratégica”, aprovechar su lado positivo. Los individuos estamos en permanente diálogo con nosotros mismos, pues pensamos. Una voz interna, nuestra mente, nos habla sin cesar, modelando nuestra auto imagen, personalidad, comportamiento. A solas podemos hacer mejor consciencia del tipo de mensajes –positivos, negativos, destructivos, impulsores, etc.-, que dominan esa persistente voz y decidir escucharla o ignorarla. Quien pone esto en práctica descubre a la soledad como un luminoso instante de plenitud y sabiduría. Que después de todo, más vale estar solo que mal acompañado.

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