La sociedad dominicana ha debido reaccionar con el más amplio apoyo a las acciones de la Procuraduría General de la República y demás autoridades que han tenido como resultado un fuerte golpe al crimen organizado, al desmantelar lo que califican como una gran estructura dedicada al tráfico de drogas y lavado de activos.

Sin embargo, algunos sectores han tenido adoptado una actitud que en el mejor de los casos ha sido de ridiculización de un hecho que se puede considerar inédito en la lucha contra la delincuencia organizada en la Republica Dominicana.

Otros se han encogido de hombros como queriendo decir que no creen en la realidad de lo acontecido o que no les importa. Craso error.

El crimen organizado, con sus manifestaciones de mayor repercusión que es el lavado de activos, incide en toda la sociedad, pero con mayor impacto en los empresarios y comerciantes que tienen que competir con rufianes metidos a los negocios, para quienes la deslealtad pueden considerarla un acto de audacia empresarial.

Cuando el Ministerio Público y todos los organismos involucrados en los operativos llevados a cabo la semana pasada dieron a conocer el resultado de los mismos, me pareció estar en presencia de una de esas grandes acciones emprendidas en Colombia o México contra los traficantes de gran calado.

Y en realidad, la magnitud del golpe recibido por la organización criminal atribuida a un capo de dimensiones gigantescas, no tiene parangón en la lucha contra el crimen en la República Dominicana, lo cual, sin embargo, ilustra la lenidad de las autoridades al permitir que este tipo de estructuras tome tanto cuerpo.

Aquí lo primero que salta a la vista es el descuido en la inteligencia, pues si como dijo el director del Departamento Nacional de Investigaciones al principal sospechoso se le daba seguimiento desde hace cinco años, hace presumir ineficacia o complicidad.

Pero una vez desmantelada la estructura criminal, lo que cabe esperar es que el descuido no permita al próximo capo la estructuración de una nueva red delictiva de las dimensiones de la oficial y formalmente desmantelada.

Quiero llamar la atención del procurador general de la República, doctor Jean Alain Rodríguez, en el sentido de que debe llamar a alarma el hecho de que una persona que estuvo ligada al tráfico de drogas pueda operar tranquilamente una cadena de centros de diversiones que se prestan para el consumo masivo de drogas, o una red de colmados que pueden ser centros de distribución.

O peor aún, que un gran capo repatriado de Estados Unidos sea dueño de una línea de transporte de pasajeros. Es una estructura ideal para mover drogas dentro del territorio nacional. ¿O me equivoco?

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