Ha llegado a mis manos el libro “El Salto: La redención”, recientemente publicado por mi amigo el Magistrado Modesto Martínez en el que hace reflexiones sobre algunos problemas de la República Dominicana.Es un título cautivante que invita adentrarse en él con atención. Sobre todo porque se sabe que en el ambiente judicial no abundan los osados a tratar este tipo de temas y, menos, desde el ángulo crítico que se ha hecho.

Por el momento, sólo he leído algunos aspectos sobre todo ligados al ámbito judicial y de tutela judicial efectiva.
Nunca antes, ningún miembro del Poder Judicial, se había atrevido a decir – al menos por escrito- las tantas verdades que apunta Modesto.

Sus señalamientos, sobre la selección de los jueces de las altas cortes y de los últimos procesos, no le sobra ni le falta nada. Es la verdad dicha con el corazón en las manos de quien ha vivido de cerca lo que él llama un golpe demoledor “…. a la institucionalidad y, con ello, a la democracia…”.

No menos crítico es el reconocimiento que se hace de que en nuestro país existe una abismal diferencia entre lo formalmente reconocido por la ley y en la forma como ella se aplica sobre todo en lo relativo a ciertos derechos como el de la presunción de inocencia.

En nuestro caso, apunta, “… tenemos estipulada la presunción de inocencia en la letra fría y hermosa de la ley; pero la presunción de la culpabilidad en la mentalidad de muchos de los operadores del sistema, para quienes disponer la prisión preventiva es la respuesta inmediata contra todo aquel a quien se ha abierto una investigación”.

Todas estas palabras, escritas por un juez, que se mantuvo por muchos años dentro del sistema penal y, que sin duda alguna, se vió tentado a la vorágine de este tipo de prácticas permiten comprender el sentido del título elegido.

Se ha despertado en Modesto, la chispa de un cambio radical en su vida profesional y ciudadana. Una verdadera redención que nos convida experimentemos todos.

Es muy probable, que en el futuro cercano tengamos en este autor un líder con nuevas propuestas fundadas en la mística que destila en su obra. Perderíamos -eso sí- un gran juez aunque ganaríamos un buen político dispuesto a realizar las cosas apegadas a los más nobles principios.

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