La batahola que se libra en todos los órdenes en la República Dominicana impide medir la dimensión histórica y la enorme trascendencia actual que tiene la comunicación firmada la semana pasada por las cuatro figuras políticas más importantes de nuestro país.

Este documento, sin precedentes, lleva el espíritu de unidad nacional que se debe proyectar al exterior, donde se tiene que dejar establecido, de manera fehaciente y oportuna, que en la cuestión haitiana o en cualquier otro aspecto que envuelva nuestra soberanía, no existen fisuras cuando se trata de defender el interés general del país.

Hablamos de la comunicación firmada por el presidente Luis Abinader y los exmandatarios Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, dirigida a los cinco líderes de los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, así como a los 10 no permanentes.

Estamos seguros de que cuando la comunicación referida llegue a las manos de Donald Trump, Vladimir Putin, Xi Jinping, Emmanuel Macron y Keir Starmer, presidentes respectivos de Estados Unidos, Rusia, China, Francia y primer ministro del Reino Unido, entenderán que está hablando un país completo que no quiere que un inexplicable laissez faire en Haití afecte la vida de una nación que, en las últimas seis décadas, se ha esforzado colectivamente por construir una democracia y avanzar materialmente hasta donde nos encontramos.

Esos líderes y los demás de la escena internacional que tienen la responsabilidad de encauzar a Haití por un sendero distinto al actual, se habrán dado cuenta de que nosotros no estamos dispuestos a asumir la carga que representa ese deteriorado territorio, cuyas cabezas han estado en todo, menos en construir un espacio de dignidad para sus pobladores.

La Organización de las Naciones Unidas actúa con medias tintas al momento de discutir cuestiones de gran calado, inclusive se ha sumado en ocasiones al coro de charlatanes que nos acusan de todo lo que se les ocurre, tratando de disminuir nuestra determinación de cumplir con el deber de cada uno de defender este territorio, sin agredir a nadie.

El paso fundamental dado por los cuatro líderes principales es un mensaje contundente en la dirección correcta, pues de ellos depende que las potencias explotadoras de Haití desde su propio origen sepan que aquí estamos unidos.

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