Historia de las familias

Así escribí el jueves 26 de noviembre 2015“Invito a que cordialmente se estudie, se tenga en cuenta la historia de las propias familias. Una reflexión sobre las propias raíces ayuda mucho para conocerse a sí mismo,…

Así escribí el jueves 26 de noviembre 2015

“Invito a que cordialmente se estudie, se tenga en cuenta la historia de las propias familias. Una reflexión sobre las propias raíces ayuda mucho para conocerse a sí mismo, para conocer la familia, para conocer las consecuencias, lo que se ha recibido de bueno o de negativo; lo bueno para continuarlo en la vida familiar y lo malo para dejarlo de lado.

Pero, también, en los pueblos es bueno estudiar la historia de las familias que conocemos y aprenderemos cómo muchas familias han terminado en el fracaso, porque sus fundadores no hicieron lo que debían hacer como padres o madres de familia y dejaron a su descendencia, hijos y nietos, unas consecuencias negativas.

Por eso, reflexionar sobre las familias, sobre su historia, repito, y la historia de las familias de los pueblos, enseña tanto, ayuda a superar muchas cosas. Así se podrá aprender que si un padre o una madre no fueron honestos, sus hijos y sus nietos pagarán las consecuencias. Si un padre o una madre escaparon de la cárcel, porque la merecían y debía hacérsele justicia, dejan a sus hijos y a sus nietos la deuda de tener que pagar ellos lo que debieron pagar sus antepasados.

Aprendamos de la historia de las familias personales y aprendamos de la historia de las familias que nos rodean y están cerca de nosotros”.

Historia de una familia

He aquí una narración, que recibí, a propósito de mi artículo “Historias de las familias”, que muy bien podría titularse: “El biznieto, cuarta generación que llegó a ser sacerdote”.

I
“El Obispo Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio invita a que se estudie, se tenga en cuenta la historia de las propias familias, para conocer las consecuencias y aprender de los fundadores, que sus sueños y anhelos un día serán realidades, si se conducen por los caminos del bien.

II
A continuación presentamos parte de la historia de una familia que tuvo origen en el año 1910 con la unión de Don Lino Reinoso y Antigua García en la sección Los Arroyos, San Francisco de Macorís.

Fruto de ese matrimonio nacieron sus siete hijos:

María, Ramón, Guillermo, Francisco, José, Basilia y Benito, quienes fueron educados siempre en la fe católica, alcanzando apenas un tercer año de estudio en una época de grandes atrasos culturales, pero que primó en ellos siempre un alto sentido de responsabilidad y honradez.

III
Uno de los grandes sueños de Don Lino y Doña Antigua fue siempre tener un sacerdote en la familia y así se lo decían a los hijos y nietos cada vez que se reunían con ellos.

IV
La hija mayor, María, se casó con un ferviente católico llamado Fermín Yury, quienes con la ayuda de sus padres fundaron la primera capilla, en esa zona donde desarrollaron actividades católicas con los moradores y donde se celebraban eucaristías mensuales a cargo del párroco del pueblo. Los hijos siguieron los ejemplos de sus padres tanto en el país como en Puerto Rico, donde se radicaron, participando de manera firme en pastorales y movimientos de sus respectivas parroquias.

V
El segundo hijo, Ramón, se casó con Cecilia Martínez y vivieron en la casa que construyeron en los terrenos que administraron, propiedad de Gregorio Martínez, hermano de Cecilia. Estos terrenos se convirtieron en una próspera finca que más tarde Gregorio se la vende a un bajo precio y con facilidades de pago. Ahí nacieron los hijos, educados con los principios cristianos. Las hembras fueron a estudiar a un colegio de monjas en San Francisco y el varón, Mario, fue enviado al Politécnico Loyola de San Cristóbal, dirigido por sacerdotes jesuitas donde se graduó con honores y donde laboró como profesor.

Al paso del tiempo Ramón y Cecilia fundaron otra capilla en esa finca ahora de su propiedad, con el apoyo de sus hijas Casilda y Elida, nietas por tanto de Don Lino y Doña Antigua, junto a sus respectivos esposos, que también fueron católicos consagrados. Ellos ofrecieron grandes testimonios de fe, convirtiéndose en servidores de la Palabra tanto en el campo como en la ciudad, con grandes obras de caridad junto a sacerdotes y hermanas religiosas.

VI
Con el propósito de cumplir con el anhelo de Don Lino y Doña Antigua, el hijo mayor de Casilda, biznieto por tanto de Don Lino y Doña Casilda, fue enviado al seminario, ya que se sentía con vocación para el sacerdocio, pero no pudo serlo porque falleció al sufrir un accidente, mientras practicaba beisbol en el centro de estudios.
El segundo de sus hijos, José Vinicio, estudió medicina, convirtiéndose en un gran profesional de la salud con gran vocación de servicio a pacientes, familiares y amigos, sin importarle su situación económica. Escribió su primer libro titulado “El Dolor de Cristo”, en el cual se recoge la opinión del Obispo Monseñor Moya cuando dice que: “El doctor José Vinicio Bonilla posee una espiritualidad divina, tiene hambre de Dios y de lo infinito y ejerce una medicina íntimamente humana”.

VII
Continuando con la historia de los Reinoso García, sus hijos, los hermanos Guillermo, Francisco y José, vivieron junto a sus padres cuando jóvenes, apegados siempre a la fe católica; laboran la tierra como los demás; al casarse recibieron fincas que administraron y donde procrearon una hermosa familia con principios católicos, quienes luego fueron emigrando a Estados Unidos en busca de progreso económico y donde son ejemplo de laboriosidad y honestidad. Cuando su tío Benito y su esposa fueron a residir allí, los sobrinos le brindaron gran apoyo, como agradecimiento de lo que con ellos hicieron en el pasado.

VIII
La penúltima de los hermanos, Basilia, contrajo matrimonio con un joven ejemplar llamado Federico, a quien conoció en la iglesia de San Francisco, donde vivieron y luego se fueron a vivir a Santo Domingo junto a sus hijos, siempre entregados a las cosas de Dios. Al cabo de los años al enviudar, los hijos se encargaron de cuidarla, viviendo siempre cerca de ella para darle una mejor protección.

IX
El último de los hermanos, Benito, vivió en casa de los padres hasta los quince años. Cuando su hermano mayor Ramón (papá Mon como lo llamaron) lo llevo a vivir a su hogar, donde adquirió los conocimientos agrícolas que lo convirtieron en un excelente agricultor, llegando a ser considerado un hijo de la casa por el fiel cumplimiento de las tareas que le asignaban.

A los 24 años se casa con Ana Lorenza Then, hija de una apreciable familia, también de principios católicos. Ella era sobrina de Cecilia y prima hermana de Ramona Then: tía y sobrinas, casadas con los hermanos Ramón, José y Benito, quienes formaron un fraterno nexo familiar que transmitieron a sus descendientes.

X
En el año 1948, cuando Benito cumplía sus 26 años, fue enviado por Ramón a administrar una finca que compró en Tenares, junto a su esposa Ana Lorenza, su primer hijo Raúl de año y medio y el segundo, Roberto, a punto de nacer. Un viejo almacén fue convertido en la casa donde se alojaron los primeros años, convirtiendo los terrenos en una finca productiva, gracias a la experiencia agrícola y a la entrega de su esposa, en una época de gran crisis económica pero aferrados siempre a las cosas de Dios.
Procrearon 5 hijos: Raúl, Roberto, Ana Altagracia, Esperanza y Bienvenido. Construyeron una casa frente de la finca, donde vivían más confortables y donde alojaban a parientes que llegaban de Los Arroyos a continuar sus estudios en Tenares o a pasarse sus vacaciones.

XI
La familia Reinoso Then continuó con los principios católicos, como sus antepasados, pertenecieron a grupos dentro de sus respectivas parroquias tanto en Tenares, Santo Domingo y Estados Unidos, como fue el caso de José Miguel, hijo mayor de Ana Altagracia, quien emigró junto a su esposa Nayeli, nieta de Marina, llegando a dirigir la pastoral juvenil de la parroquia donde residen; sus tíos Raúl y Roberto le inculcaron buenos principios que le han servido para llevar un hogar ejemplar junto a una laboriosa familia de fe.

XII
Los anhelos de ver un sacerdote en la familia continuaban presentes y fue así como vino a convertirse el sueño en realidad a los cien años con la ordenación sacerdotal de Raúl hijo, único varón de Raúl e Idelsa, quien concluyó sus estudios en España donde reside, visitando cada año a su familia, la cual celebraba siempre ese gran acontecimiento, dando gracias a Dios por el premio que les dio y rememorando a sus antepasados pidiendo por su eterno descanso.

Conclusión

Jesús decía a sus discípulos: “No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se conoce por sus frutos”.

Doy fe
En Santiago de los Caballeros a los cuatro (04) días del mes de mayo del año del Señor dos mil diecisiete (2017).

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