FOTO: Kamran Jebreili/AP
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Por: Óscar Guedes

Dubai, Emiratos Árabes Unidos.– La presidencia de la COP28 anotó su primer gol de esta cumbre climática, nada más iniciar oficialmente el encuentro: la aprobación de todas las recomendaciones del Comité de Transición para la puesta en funcionamiento del Fondo de Pérdidas y Daños, creado el pasado año 2022 durante la COP27 en Sharm-el Sheikh, Egipto.

Este logro, que los más optimistas esperaban que se alcanzara al final de esta COP28 sólo fue posible gracias al liderazgo positivo y a la actitud de predicar con el ejemplo que dio la Presidencia y país sede de esta cumbre, Emiratos Árabes Unidos, al colocar sobre la mesa los primeros 100 millones de dólares para hacer operativo este nuevo fondo.

Y decimos que es ejemplar porque el Fondo de Pérdidas y Daños fue creado para resarcir a los países en vías de desarrollo o del Sur Global por los efectos adversos que el cambio climático provoque sobre sus economías e infraestructura y debe ser financiado por los países desarrollados.

Pero Emiratos Árabes Unidos, que para Naciones Unidas es oficialmente un país en Vías de Desarrollo y por tanto sería beneficiario de estos recursos, tomó la iniciativa y se puso adelante al ofrecer el monto inicial para hacer arrancar el Fondo, dejando sin argumentos a los países industrializados como EE.UU., Japón, Alemania y Reino Unido, que se vieron obligados a “salir de sus madrigueras” y hacer sus aportes para totalizar, en menos de 3 horas, 476 millones de dólares.

Ahora las expectativas apuntan a que se logre, en las próximas dos semanas, alcanzar los mil millones de dólares para momento de arranque de este mecanismo de financiamiento que venía siendo uno de los más controvertidos, debido a que su creación implica la aceptación, por parte de los países industrializados, de que ellos son los únicos responsables del calentamiento global y el cambio climático.

Es decir, uno de los “pacientes” afectados por el cambio climático muestra su disposición por desbloquear la discusión aportando el capital inicial para atender el problema que le afecta, obligando a los causantes del mal a aceptar su responsabilidad y a empezar a resarcirles sin más dilaciones.

Ahora, toca que, en el seno de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático se siga imponiendo el consenso y el reglamento de implementación de este nuevo fondo entre en las discusiones y negociaciones y se apruebe lo antes posible, para que los países en desarrollo, especialmente los más vulnerables, cuenten en los hechos con esta nueva herramienta financiera que complemente al Fondo de Adaptación y al Fondo Verde del Clima.

Pero para que sea efectiva la implementación del Fondo de Pérdidas y Daños (LDF, por sus siglas en inglés) es necesario que ese reglamento que se debe aprobar se aleje, lo más posible, de los trámites, cálculos, estudios y trabas que impone el Fondo Verde del Clima, el cual se caracteriza por su complejidad y dificultad para acceder a los fondos, al punto de que República Dominicana aún no ha logrado la aprobación de un proyecto en concreto.

Es por ello que, aunque debemos celebrar la puesta en funcionamiento del LDF, la tarea sigue siendo desafiante y sigue siendo necesario, más que nunca, el liderazgo positivo para seguir allanando el camino a este tipo de iniciativas que reivindican, con los hechos, el principio de la justicia climática.

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