La Habana. El primer aniversario de las protestas del 11J, las mayores en décadas en Cuba, se vivió ayer con aparente normalidad y mayor presencia policial en las calles, el rechazo del Gobierno y actos de represión selectivos contra disidentes, activistas y periodistas independientes.

Aquellas protestas -con miles de manifestantes, una muerte violenta, cientos de detenidos y cerca de 400 condenas de cárcel hasta la fecha- se produjeron en un contexto de grave crisis económica que, en gran medida, no ha conseguido atajarse en estos últimos doce meses. Los principales escenarios del estallido de 2021 en La Habana -epicentro de las protestas- y San Antonio de los Baños (35 kilómetros al suroeste de la capital), lugar de la primera manifestación, en nada se asemejaban en esta sensible fecha a los que acogieron las escenas de un año atrás.

Según pudo comprobar Efe, tanto en la capital como en San Antonio de los Baños reinó un ambiente de aparente normalidad y calma en sus calles, que contrastaban con las escenas de 2021. En la localidad de provincias, sus vecinos evitaron tocar el tema al ser preguntados al respecto.

La escena se repitió en el centro de La Habana, punto de mayor algidez en las protestas que tuvieron lugar en la capital. La diferencia en este caso fue la presencia policial, mayor que lo normal y desplegada en puntos estratégicos del centro histórico.

De forma paralela, activistas, opositores y periodistas independientes denunciaron haber sido detenidos, amenazados o sitiados en sus domicilios por agentes de la seguridad del Estado durante estos días. La ONG Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), con sede en Madrid, aseguró haber registrado en los días previos y hasta mediodía del 11 de julio “más de un centenar de acciones represivas (105) en el marco del primer aniversario del 11J”.

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