El próximo 27 de febrero del presente año se cumplirán 171 años de proclamada la Independencia Nacional, cuna de nuestras esperanzas y frustraciones.
Aquella noche fue sin duda histórica, pero aún se escuchaba el eco del “trabucazo” cuando el proyecto empezó a torcer el rumbo. Era políticamente necesaria la colaboración de sectores con experiencia, influencias y dinero, que terminaron adueñándose de la situación, incluso, captando para sí muchos “jóvenes independentistas”.
Desde la llamada Junta Central Gubernativa inicia el dominio total de los “conservadores” y la desbandada lenta pero permanente del centro del poder de los llamados “liberales”. Bobadilla, quizás el más extraordinario hombre público nacido en la isla, fue el inicial instrumento.
Hace 171 años empezó el camino, trazado en una primera etapa por Santana y Báez, “instrumentos del destino, hombres necesarios” y otros términos para justificar el escaso desarrollo institucional bajo su estela y la posterior manigua encendida de generales, ambiciones y pasión.
Hubo que esperar a Lilís para que echara un “balde de agua fría” a las luchas intestinas y pacificara el país, claro con balas y dinero. Y el titán hizo cosas buenas, no todo fue anecdotario, pero manejó mal la economía y como quien a hierro mata a hierro muere, encontró su partida definitiva en Moca, en aquel julio de fines de siglo XIX.
E inició el siglo XX y seguía la vida y los festejos de “independencia”, y los “Victoria” y los “Cáceres” y los “Vázquez” y el relajo con la Constitución, que tampoco ha servido para nada y a la que cambiamos cada cierto tiempo –siempre para beneficio nacional, según dicen los que “saben”-, y con estos continuaban la exclusión y la pobreza material y moral de una población sustraída de la vida y utilizada como carroña.
Y hubo intervención militar de “potencias extranjeras” y “guerras patrias” y montoneras a ritmo de merengue en procura del “hombre nuevo” al que seguir sin peligro. Y se hizo la paz, aunque obviamente la del cementerio. Y le nombramos “Primer Maestro”, “Primer Magistrado”, “Padre de la Patria Nueva” –y mil cosas más-, mientras comíamos lodo y merendábamos migajas de un cofre donde ya había saltado la esperanza. Y sin esperanza la juventud perdida en el vicio y la indiferencia, en el marasmo y el crimen.
Y aún hoy, a 171 años de la Puerta de la Misericordia, la justicia ni es justa ni independiente y los jueces no tienen sentido de la historia y no tenemos una educación de calidad, ni seguridad en las calles ni fiscalización en el manejo de los recursos del Estado, en cierta forma, no tenemos ni Estado.
Y un largo etcétera negativo, pero sigue la vida y aunque nada tenemos ni merecemos es inevitable que se cumplan 171 años de la llamada “gesta de febrero”. Y desde aquel momento fundacional las ideas de “Patria” e “independencia pura y simple” (junto a otras), fueron expulsadas de la práctica política nacional por los sectores de poder. No han sido necesarias. Y según sus conveniencias, y sólo en algunas fechas, abren el baúl de las citas y referencias históricas para utilizar estos dos términos junto al nombre de Duarte y concluir así algún discurso.
Pero harán 171 años de proclamada nuestra “Independencia Nacional” y pregunto al respecto: ¿y? l
