De aquellos tiempos

Aquellos tiempos eran de ilusiones. Recuerdo los grupos que se formaban en cualquier sitio de la UASD, guarida de cuadros y militantes de la izquierda de entonces, para improvisar discusiones teóricas sobre temas políticos o filosófic

Aquellos tiempos eran de ilusiones. Recuerdo los grupos que se formaban en cualquier sitio de la UASD, guarida de cuadros y militantes de la izquierda de entonces, para improvisar discusiones teóricas sobre temas políticos o filosóficos que eran deleite de los mirones y los menos aventajados. El Gordo Oviedo, eterno representante de la otrora Línea Roja, se robaba el show frente a las peroratas de un Manzanero que en representación, también eterna, del ruidoso y pequeño Pacoredo, paralizaban la docencia parcial y obligada en las antesalas de aquellas movilizaciones de masas que hacían del campus universitario escenario de combate atomizado en el campo teórico de un mundo dominado por la Guerra Fría.

En los liceos y escuelas públicas, se reflejaba fielmente el cuadro que se vivía en la universidad más vieja del Nuevo Mundo, haciéndose repercutir en barrios, campos y poblados la resistencia de una juventud que se plasmaba en micromítines nocturnos o movilizaciones callejeras en aras de reivindicaciones sociales o políticas por parte de quienes jamás llegamos a pensar siquiera que el mundo del futuro, en ese entonces, sería el desastre que hoy domina esta selva globalizada salvada solo por los llamados avances tecnológicos.

Cosas veredes

Recuerdo también al profesor de periodismo Leonel Fernández que atraía masas con sus exposiciones teóricas en el campus de la universidad estatal, sin imaginarse que sería presidente en tres períodos, con una interrupción, y que gravitaría en el destino de un país que hoy espera todavía el aporte concreto de aquellos teóricos que por distintas vías y caminos, tenían propósitos y fines comunes en favor del pueblo. En aquellas discusiones conocí a un Felvio Rodríguez, de la entonces Fragua; a un Roberto Santana o a un Robertico Rosario, hoy presidente de la Junta Central Electoral a la sazón ahijado político del bien recordado Juan B. Mejía y su grupo Bandera Roja y así por el estilo, a muchos de los que hoy dirigen áreas del Estado donde han decidido al parecer, culminar sus carreras que alguna vez fueran focos de resistencia y lucha.
Víctor Mañaná
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