Introducción:

Bendecir, en su sentido primero y más profundo, significa “bien decir”, “decir bien de alguien o de algo”; o como afirma el Diccionario de la Real Academia es “alabar, engrandecer, ensalzar”.

Cualquier palabra o acto de bendeción nos lleva espontáneamente a pensar en Dios, a nuestra relación con Él, a la oración.

Así, “la bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen.  La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (#2626 del Catecismo de la Iglesia Católica).

“Dos formas fundamentales expresan este movimiento: o bien la oración asciende llevada por el Espíritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos por habernos bendecido; cf  Ef 1, 3-14; 2 Co 1,3-7; 1 P 1, 3-9); o bien implora la gracia del Espíritu Santo que, por medio de Cristo, desciende de junto al Padre (es él quien nos bendice; cf 2 Co 13, 13; Rm 15, 5-6.13; Ef 6, 23-24)” (Idem #2627).

A estos dos movimientos fundamentales, que podemos llamar a uno “ascendente”  (la bendición  que va de nosotros a Dios) y al otro “descendente” (la bendición que viene de Dios a nosotros), podemos agregar este tercero, el movimiento horizontal: a saber, la bendición que nos deseamos los unos a los otros los seres humanos, como cuando nos decimos por ejemplo; “Dios te bendiga”. “El movimiento horinzontal”, en este caso, es, de alguna manera “descendente”, porque en él siempre hay una referencia a Dios y, en el fondo, en las expresiones de deseos de bendición, se está pidiendo que él haga descender su bendición sobre la persona o personas a quienes manifestamos ese deseo.

Ahora me quiero fijar sólo en el “movimiento ascendente”: las bendiciones nuestras dirigidas a Dios. Lo bendecimos “por lo que Él es en sí mismo” o “por sus acciones en medio de  nosotros”. Lo voy a hacer trayendo textos de bendiciones que aparecen en el Antiguo Testamento, de manera particular los de los Salmos, y en el Nuevo Testamento. Ellos nos servirán no sólo para conocer enseñanzas bíblicas sobre la materia, sino que también nos servirán de modelo para nuestras bendiciones en el presente y en nuestras múltiples situaciones actuales.

1. Antiguo Testamento

1. Génesis, 14, 20. Melcquisedec a Abraham: “Bendito sea el Dios Altísimo que entregó a tus enemigos en tus manos”.

2. 1 Crónicas 16, 36. “Bendito será el  Dios de Israel por eternidades de
eternidades”.

3. 1 Crónicas 29, 10. “Bendito eres Señor, Dios de nuestro Padre Israel por los siglos de los siglos”.

4. Esdras 7, 27. “Bendito sea el Dios de nuestros padres, que movió de esta manera al rey para construir el templo de Dios en Jerusalén.

5. Judith 13, 18 “¡Bendita seas, hija del Altísimo…y bendito sea Dios, el Señor, Creador!…”

6. Tobías 3, 11. “Y en aquel momento, extendiendo las manos hacia la ventana, oró así: Bendito seas Tú, Dios de misericordia, y bendito sea tu Nombre por los siglos, y que todas tus obras te bendigan por siempre…”

7. Tobías 8, 85. “¡Bendito seas Tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos! Bendígante los cielos los cielos y tu creación entera, por los siglos todos.

8. Tobías 12, 6. “Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: “Bendigan a Dios y proclamen ante todos los vivientes los bienes que les ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre. Manifiesten a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no sean remisos en confesarlo…”

9. Tobías 13, 1. “¡Bendito sea Dios, que vive eternamente, y cuyo reino dura por los siglos: él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano!”.

10. Daniel 2, 20. Tomó Daniel la palabra y dijo: “¡Bendito sea el Nombre de Dios por los siglos de los siglos, pues suyos son el saber y la fuerza!”.

11. Daniel 3, 52-57: “En medio de las llamas los tres jóvenes, unánimes cantaban:  Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito tu nombre, santo y glorioso: a él gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres sobre el trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por lo siglos. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos”.

12. Job 1, 21. Y dijo Job al perder sus siete hijos y todos sus bienes: “Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo a la tierra he de volver.  Dios me lo dio, Dios me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del  Señor!”.

2. Salmos

Aunque los Salmos hacen parte del Antiguo Testamento, sin embargo, me pareció conveniente destacar los textos propios de este libro, dado el número en ellos de expresiones de “bendiciones de Dios”, como es natural, ya que el salterio es el libro por excelencia de oración en la Biblia.

13. Salmo 30, 22. “Bendito el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia en la ciudad amurallada”.

14. Salmo 67, 20-21. “Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte”.

15. Salmo 73, 18. “”Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso, que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén!

16. Salmo 112, 2-3. “Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor”.

17. Salmo 102, 1-2. “Bendice alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios”.

18. Salmo 102, 20-22. “Bendigan al Señor al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra”.

3. Nuevo testamento

19. Lucas 1, 68-69. “Bendito sea el Señor,  Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas”.

20. Mateo 11, 25-26. “En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra dijo: -Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños”.

21. Carta a los Romanos 1, 25 “El Creador es bendito por los siglos”.

22. II Carta a los Corintios: 1,3-4. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de la misericordia y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios”.

23. 1 Carta de Pedro 1, 3. “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misercordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva”.

24. Efesios 1, 3. “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales”.

4. Expresiones de la Iglesia

Basados en esta práctica y enseñanzas bíblicas, encontramos en la acción litúrgica de la Iglesia, aquí y allá, expresiones como éstas:

25. “Bendito sea Dios”.

26. “Bendito sea su Santo Nombre”.

27. “Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos”.

28. “Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos”.

29. “Bendito seas, Señor Pastor de la Iglesia, que nos vuelve a dar hoy la luz y la vida”.

30. “Bendigamos y alabemos al Padre, al Hijo y al Espíritu  Santo y ensalcémosle por los siglos de los siglos”.

CONCLUSIÓN:

CERTIFICO que “gracias a que Dios le bendice, el hombre en su corazón puede bendecir a su vez a Aquél que es la fuente de toda bendición”  (Catecismo de la Iglesia Católica #2645).

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los 19 días del mes de julio del año del Señor 2012.

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