Brindis por el que termina y por el que viene

Elevo una copa hecha de cristal de estrellas fugaces, llena de un verde licor de esperanzas nuevas, de retoños de vida y porvenir, de futuros luminosos y caprichos sin estrenar,  para brindar por un año que termina, arrastrando ruidosas alegrías&#8230

Elevo una copa hecha de cristal de estrellas fugaces, llena de un verde licor de esperanzas nuevas, de retoños de vida y porvenir, de futuros luminosos y caprichos sin estrenar,  para brindar por un año que termina, arrastrando ruidosas alegrías para unos y tristezas, dolores y sufrimientos profundos para otros. 12 campanadas al final del día de mañana, sonarán como un réquiem por los doce meses del 2013, que deja espacios para el nacimiento de iguales en el  2014, abriendo puertas a tradiciones diversas que marcarán expectativas, posibilidades por llegar.  Hago votos, amigo lector, porque estos próximos doce meses provoquen en  tu vida personal y familiar,  el renacimiento de la esperanza, la ilusión, la confianza y la materialización de sueños, deseos, logros  y planes a realizar. Mis deseos alcanzan para que mantengas una buena salud física y emocional y que las perturbaciones encuentren antídotos neutralizantes dentro de ti mismo y con los tuyos, para que el balance final sea de equilibrio positivo. Pido al Supremo que te permita entender sus designios, por incomprensibles que parezcan y por paradójicos que luzcan sus caminos.

Que cualquiera que sea tu idea de Dios, te alcance para el entendimiento de lo incomprensible y encuentres respuestas a tus rabias e inconformidades interiores. Deja un espacio secreto donde guardes las posibilidades de que tu mundo pueda ponerse patas arriba por un quebranto súbito, por un revés no previsto, por una pérdida inesperada. Y si acaso una pérdida de vida ocurre en tu entorno de cariños, que la promesa cristiana de la vida eterna y la resurrección de los muertos, te dé el soporte necesario para enfrentar las ausencias.

Al colectivo nacional, a la sociedad criolla mis anhelos de que podamos enfrentar como nación, los problemas que nos han acompañado hasta eternizarse, como parte de nuestra propia realidad. Que superemos el yerro cultural de dejar que los problemas se agraven por no enfrentarlos en su origen. Que seamos parte del diseño de nuestro futuro como país libre, soberano, capaz de encontrar su propio destino en un concierto de naciones que le respeten. Con gente libre de mente, libres de espíritu, con sentido pleno de justicia jurídica y justicia social; un país de oportunidades y que podamos reducir dramáticamente las inequidades y exclusiones. Que redefinamos nuestra independencia y nacionalidad dominicana frente a la perversa campaña de que somos objeto y que a quienes corresponda, asuman su papel de defensores de la Patria, aun con las presiones y amenazas de quienes quieren que revisemos hasta nuestra historia para acomodarla a los intereses foráneos. Cada dominicano es soldado de la Nación para defender con su alma, lo que tanta sangre, sudor y lágrimas ha costado en los casi 170 años de la independencia de Haití, vecino del oeste que nos subyugó en una larga noche negra de 22 años.

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