Cátedra política de un economista de sangre roja y corazón al lado izquierdo

La apretada e intensa agenda de actividades del presidente ecuatoriano Rafael Correa Delgado, durante su visita (21-22 de abril) a Santo Domingo, luego de un exitoso y extenuante periplo europeo, puso a prueba, una vez más, la vitalidad, el buen humor&#8

La apretada e intensa agenda de actividades del presidente ecuatoriano Rafael Correa Delgado, durante su visita (21-22 de abril) a Santo Domingo, luego de un exitoso y extenuante periplo europeo, puso a prueba, una vez más, la vitalidad, el buen humor y la laboriosidad del mandatario de la patria de Eloy Alfaro.
Invitado por el Ministerio de Cultura, que dirige el cantautor José Antonio Rodríguez, para participar de la XVI edición de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo 2013, dedicada a su país, Ecuador, el presidente Correa, junto a su par dominicano, Danilo Medina, dejaron inaugurado ese magno evento de la cultura, el cual se prolongó hasta el 5 de mayo, con la participación de importantes figuras del mundo de las letras, el canto, la poesía, la pintura y la música latinoamericana y mundial.

Cumplidos los propósitos de su visita a la República Dominicana, el presidente Rafael Correa, llevándose en su corazón innumerables manifestaciones de aprecio y amistad de los dominicanos, partió hacia la vecina República de Haití, donde pasó revista e inauguró, junto al presidente haitiano Michel Martelly, varias obras de infraestructura (puentes, carreteras y escuelas) construidos por el contingente de soldados ecuatorianos que son parte de la Minustah.

¿Quién es Rafael Correa? Después de haber tenido la oportunidad de escuchar y ver al presidente Correa, en directo y en vivo, es natural que se haya despertado el interés y la curiosidad por conocer más sobre su vida.

Sin la pretensión de elaborar un perfil biográfico del presidente Correa, digamos por ahora que ese hermano latinoamericano, que estuvo con nosotros por dos días, cumplió 50 años de edad (6 de abril) y, por tanto, pertenece a la generación de los nacidos bajo el signo de la Revolución cubana (1 de enero del 1959), a una generación que en 1978 y 1979, con las elecciones presidenciales en República Dominicana y el Ecuador, fue testigo y actor del inicio de la Segunda Ola de Democratización en nuestro Continente, y que contando hoy con medio siglo de existencia le ha tocado vivir el tránsito de una época de cambio a un cambio de época, siendo protagonista de esa trascendental novedad histórica.

Digamos también, mientras tanto, que el presidente Rafael Correa, proveniente de un hogar de clase media baja, y que estudió con becas, tanto en su país como en el extranjero (Lovaina, Bélgica; Illinois, Estados Unidos), al llegar a la edad de la razón (33 años) tenía acumuladas una diversidad de experiencias académicas, políticas, sociales, culturales y personales, que han sido decisivas para el éxito de su carrera política y académica, y que lo convierten en uno de los más carismáticos, inteligentes y responsables de los estadistas latinoamericanos del siglo XXI.

La Revolución Ciudadana, liderada por el presidente Correa, su partido Alianza País y la coalición de gobierno, es un proceso postneoliberal que se propone y lleva adelante una reinvención y renovación de la democracia, mediante la implementación de un modelo económico productivo, que tiene como prioridad el buen vivir de la gente, junto al incremento sostenido de la organización y participación popular, y el impulso de la integración regional autónoma, como una palanca para el desarrollo y bienestar compartido, en paz y con justicia.

El ciudadano Rafael Correa, tres veces presidente de Ecuador, por la voluntad mayoritaria de su pueblo, economista, político fundador del movimiento Alianza País, y quien se da a entender y se comunica en varias lenguas e idiomas, con su palabra profunda y a la vez sencilla, llana, con su inteligente irreverencia frente a los temas “tabúes”, con su autenticidad y erudición, fascinó y cautivó a su audiencia dominicana, dejando entre nosotros recuerdos, anécdotas y lecciones muy gratas y útiles.

Cátedras de política

En sus argumentaciones, respuestas y ejemplos alrededor de la variedad de temas que le tocó tratar en los distintos escenarios (Palacio Nacional, UASD, FIL Santo Domingo 2013) en que participó en su estadía en Santo Domingo, el presidente Rafael Correa fue siempre respetuoso y cordial, sin dejar de ser aguerrido y convincente en la defensa de sus ideas y proyectos.

Sus valientes y responsables opiniones y declaraciones en torno a los temas de las relaciones entre la defensa del medio ambiente y la explotación de los recursos naturales; así como, de la relación entre las compañías transnacionales y los estados nacionales, matizadas con ejemplos de la experiencia ecuatoriana, en el manejo de estos asuntos de primera importancia, encontraron muchos oídos atentos y receptivos, que por medio de prolongados aplausos testimoniaron su identificación con la postura del primer mandatario ecuatoriano.

La urgencia con la que instó a quienes se proclaman como partidarios del cambio y la revolución a actuar para “liberar el pensamiento progresista y de izquierda de una serie de mitos y dogmas”, que lo aprisionan y restringen en su acción política y social, es un reconocimiento a la necesidad de estimular una reflexión que ayude a ampliar los horizontes de la izquierda continental, de lo cual no deben de autoexcluirse las izquierdas dominicanas, huérfanas aún de una síntesis consensuada de su trayectoria histórica que les permita conectarse con las nuevas generaciones y enfrentar con éxito los dilemas y desafíos de este principio de siglo.

Desde mi óptica, si algo puede llevarnos a descubrir el hilo conductor de las ideas, juicios y propuestas del presidente Correa, es su vehemente insistencia en la necesidad de “colocar la política en el puesto de mando de las decisiones de Estado y de gobierno y de profundizar en el estudio y análisis de las relaciones de poder”. Esta sabia observación debemos tomarla también como un consejo cariñoso de un economista, político y estadista, por cuyas venas sigue fluyendo la sangre roja y cuyo corazón permanece en el lado izquierdo del pecho.

El propósito de su advertencia no es otro que el de alertar y prevenir a sus hermanos latinoamericanos frente a cualquier intento de repetición de la trágica y devastadora experiencia de la larga y oscura noche neoliberal que se abatió sobre nuestro continente de la mano de los apologistas del “consenso de Washington”.

Antes de despedirse de nuestro país, donde tuvo una corta y muy fructífera estadía, el presidente Correa sacó tiempo para compartir, en el Bar de los Espejos del Palacio de Bellas Artes, una velada de palabras cantadas, un instante placentero de bohemia entre amigos y cómplices, sin otro protocolo que el del respeto y la confianza recíprocas, y la certeza, como nos dice el ministro cantautor: “Vive que la vida es una sola, aunque queden bajo llave los papeles que aseguran tu parcela allá en la gloria”.

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