Culpa de quién

Unos países increíblemente prósperos; otros, terriblemente pobres.Los grandes contrastes entre unos y otros despiertan interrogantes que se contestan de diferente manera: que si los ricos explotan a los pobres, que si la geografía…

Unos países increíblemente prósperos; otros, terriblemente pobres.

Los grandes contrastes entre unos y otros despiertan interrogantes que se contestan de diferente manera: que si los ricos explotan a los pobres, que si la geografía no los favorece, que si están superpoblados, que si no tienen recursos…

¡Y claro que hay muchos factores que inciden en este asunto! Tantos que lo sorprendente sería que no hubiese diferencias.

Pero también se dicen muchas mentiras al respecto.

Los anti colonialistas y anti imperialistas por ejemplo, tan partidarios de la tesis de la explotación, fallan en explicar algunas cosas.

Si unos conquistaron a otros, ¿qué determinó la superioridad inicial de los primeros? ¿Y por qué, países que nunca han sido colonizados viven en extrema pobreza? ¿Y cómo es posible que décadas después de independizarse, tantas excolonias continuaron siendo pobres?

Tampoco rinden cuentas de lo que ha hecho el tercer mundo con las empresas confiscadas a extranjeros. ¡No gran cosa!

Lo que sí está claro es que eso de echar la culpa a otros gusta muchísimo. A los políticos les encanta porque es un argumento que suena bien al oído de los votantes: “los malos son otros; esos son los que tienen que cambiar, no ustedes”.

Otros dicen que la tierra que les tocó no tiene ni petróleo ni minerales importantes.

Pero resulta que Arabia Saudita sí tiene ¡y mucho!, pero su ingreso per cápita es mucho menor que el de Singapur, que hasta el agua tiene que importar.

¿En que creer, entonces?

Parece ser que es más cuestión de habilidades e inventiva. Al principio todos eran pobres, pero unos descubrieron la rueda y la cosecha mucho antes que otros, y los aventajaron. También se sabe que la prosperidad va de la mano con la ley y el orden, el respeto a la propiedad privada y los gobiernos capaces y poco corruptos.

Al fin de cuentas resulta que se trata de lo que cada país haga por sí mismo. Así lo sustentan los casos de países como China y Singapur, que decidieron reinventarse y asumir su responsabilidad sin excusas demagógicas. Y vaya que han logrado elevar sus economías, sin estar echando culpas por ahí.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas