David contra Goliat

La principal razón por la que la mayoría de las numerosas reformas efectuadas en las últimas décadas en el país no han dado resultado, es el temor a terminar con las instituciones y vicios que se pretenden reformar.

La principal razón por la que la mayoría de las numerosas reformas efectuadas en las últimas décadas en el país no han dado resultado, es el temor a terminar con las instituciones y vicios que se pretenden reformar. Y es que absurdamente hemos querido reformar un sector o entidad, manteniendo el status quo. Este fue el caso de la reforma del sector eléctrico. Se entendió necesario desmontar el monopolio estatal que tenía la antigua CDE, creando tres empresas de distribución, dos de generación, una de transmisión, una de generación hidroeléctrica, así como dos órganos reguladores: la Superintendencia de Electricidad y la Comisión Nacional de Energía. La CDE estaba llamada a desaparecer y la forma en que lo haría provocó incluso que se vetara la aprobación de la Ley General de Electricidad y se hiciera el proceso de reforma sin la misma, la cual finalmente se aprobó dos años después creando la nueva CDEEE. 15 años después la CDEEE es casi tan poderosa como lo era su antecesora.

Peor aún, ahora se quiere crear un Ministerio de Energía, pero dejando todas las instituciones existentes, declarándolas adscritas al mismo, aunque desde ya muchos sospechamos que esto simplemente generaría más confusión de roles.

Algo similar ha sucedido con la seguridad social. En vez de aceptar que el IDSS no funcionaba y no tenía sentido “preservarlo”, sino más bien traspasar sus hospitales a lo que debería ser la red pública de salud y sus afiliados al Senasa, se mantuvo dándole 10 años para hacer una transición que le permitiera prescindir del subsidio estatal, haciendo que durante cinco años sus afiliados estuvieran cautivos, otorgándole el monopolio del seguro de riesgos laborales y la acreditación como ARS. A pesar de todo esto, más de 10 años después, sigue siendo el mismo elefante ineficiente y succionador de subsidios estatales del cual los mismos grupos continúan sirviéndose.

Ahora la Reforma Policial y el Plan de Seguridad Ciudadana transitan por las mismas dificultades. Las autoridades deben entender que no se puede reformar pretendiendo dejar los mismos vicios  que claman a gritos por una reforma.

Pero nuestros gobernantes han preferido renunciar a poner orden en determinadas parcelas consideradas propiedad de algunos poderes fácticos, con tal de contar con su apoyo. La gran perdedora es la población que no solo padece la falta de solución a problemas fundamentales, sino que carga con un peso cada vez mayor sobre sus espaldas, por el sobre costo que produce un Estado con más instituciones de las que necesita para que  cada quien saque su tajada.

La lucha actual de la fiscal del Distrito es una viva  expresión de esto, ya que la Policía Nacional se resiste a cumplir con el mandato de la ley asumiendo que las investigaciones ya no son de su competencia, sino del Ministerio Público.

Presidentes de la República, ministros, legisladores y comisiones han estado dando vueltas a este tema, al cual con gran valentía ha dado el frente Yeni Berenice Reynoso. Esperemos que los intereses de nuestro pueblo representados por algún David, puedan finalmente vencer al gigante Goliat.

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