Aquellos años duros de las décadas de los 60s y 70s, en plena vigencia de la denominada Guerra Fría, fueron el escenario ideal para el sacrificio, la inmolación romántica y la lucha de una generación que, influida por la revolución cubana, la guerra de Vietnam, la revolución cultural china y/o los avances de la doctrina soviética, creyendo llevarse el mundo por delante enfrentaron regímenes y líderes conservadores, para ellos representantes de la oligarquía y la burguesía.
En el patio, esa situación se reflejó en el crecimiento y desarrollo de una izquierda, en unas ocasiones quimérica y en otras operativa hasta la temeridad, sin que faltaren las figuras teóricas, formadas al fragor de las lecturas de Carlos Marx, Federico Engels, Mao Tse Tung y Vladimir Lenin. Quién de esa época podría olvidar las reuniones furtivas y secretas en viviendas de compañeros y camaradas de las barriadas de San Carlos, Villa Consuelo, Villa Juana y el ensanche Espaillat, de la capital, o en ciudades aguerridas del interior, como San Francisco de Macorís, Nagua, Barahona y Guayubín, entre otras, para discutir y “analizar” en minúsculos círculos de estudios –infiltrados obviamente por los organismos de seguridad del Estado- aquellas obras escogidas, impresas en libritos tipo pasaporte, de las que salíamos energizados y re-dispuestos a seguir enfrentando, en cualquier terreno, al establishmen, el que personificábamos en “el odioso y agonizante imperialismo yanqui”. ¡Qué tiempos aquellos! Rememoro esa época para aterrizar convencido, como otros tantos, de que hoy vivimos nuevos escenarios y que la promoción pacífica y civilista de las ideas ha sustituido la acción y el ímpetu manus militari para imponer criterios. Por eso, el sabotaje expresado en el derribo de una torre en la línea de transmisión eléctrica Hainamosa-Yamasá-Monte Plata, dejando sin servicio energético a decenas de comunidades de Santo Domingo Norte y la provincia de Monte Plata, al sacar del sistema 33 de los circuitos que operan en el área, no va con estos tiempos. Después no digan…