En un mundo vertiginosamente cambiante, la incertidumbre se torna habitual. Actualmente, de cara al gobierno a instalarse el 16 de agosto, junto a las naturales expectativas también se anida la incertidumbre, en lo particular o general.
¿Qué traerán la “inminente” reforma fiscal o las venideras designaciones en el Estado? La inquietud sobre lo que pasará mañana induce a las personas a llenarse de temores, por anticipar eventos trastornadores. Sin embargo, es posible abrazarnos a la incertidumbre con sabiduría, a través de nuestra fe, la acción y el evitar pensarla como catástrofe. Si sólo hubiera lo cierto, se ha dicho, no habría creatividad ni retos que enriquezcan nuestras vidas. Ese es el prisma correcto, frente a lo incierto.
